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En la tarjeta que lleva el nombre de cada convidado, se escribe el menú y se coloca sobre la servilleta, y ésta, plegada, sobre el plato, y el panecillo debajo.

Allí nos esperaba una verdadera sorpresa, en la mesa luculiana que nos presentó el anfitrión, con un menú digno del Café Anglais, y unos vinos, especialmente un Oporto feudal, que habría hecho honor a las bodegas de Rothschild. Allí pasamos la noche, es decir, allí la pasaron los que, como Pardo, Perojo y yo, tuvimos la buena idea de dar un largo paseo después de comer.

Eso no; la guerra podrá durar lo que la otra, pero a Madrid no vienen. La cena es la que viene ahora dijo doña Manuela, entrando con una cazuela entre las manos. En un papel de cigarrillo pudo haberse hecho el menú de aquella pobre gente: el clásico besugo, ensalada de lombarda, leche de almendra y los postres traídos por Pepe; no había más.

Hasta me alegraré de tener un nuevo marido; el que tengo ahora gruñe porque no varío el menú, mientras que el nuevo se chupará los dedos. CLEOPATRA. Decís cosas cínicas, Proserpina. La historia, con ese motivo, nos condenará. PROSERPINA. ¿Qué sabe la historia de nuestros negocios? Además, yo me encuentro aquí divinamente. CLEOPATRA. ¡Sois incorregible, Proserpina! Tened cuidado, pueden oírnos.

El esprit chispea en la conversación; una mesa es un fuego de artificio constante; el chiste, la ocurrencia, la observación fina, la cuarteta improvisada, la décima escrita al dorso del menú, el aplastamiento de un tipo en una frase, la maravillosa facilidad de palabra... no tienen igual en ninguna otra agrupación americana.

«Le menu peuple n'osoit demourer en la terre du roy, et alloit demourer en d'autres prévostés et aultres seigneuries, et la terre du roy etoit si déserte que, quand le prébost tenoit ses plaids, il n'y avoit pas plus de dix personnes ou de douze; mais il y avoit tant de malfaicteurs et larrons

A los cinco minutos de entrar sentía ya una picazón, un malestar nervioso insoportables... Vamos, coraje. Tu l'as voulu, Georges Dandín! En peores me he visto y sabe el cielo si en peores no me veré aún. Almorcemos. Paso sobre el menú por decoro. ¿Y ahora? Son las 12 del día, ¿qué hacer?

Madama Norton entregó a madama Scott una linda tarjeta con filete de oro, que decía: Menu du dîner du 15 Avril 1880, y más abajo: Consommé

Es de advertir, asimismo, que el banquete, no sólo había de celebrarse en su propia casa, sino también disponerse y servirse con elementos y accesorios de la casa misma; condición sabiamente acordada por el marqués, que, contando con que no faltarían los obligados sahumerios de la prensa al menú y al aparato de la mesa, no quería ceder a un fondista, aunque se llamara Lhardy, ni ese rayo de esplendor que también cabía en el nimbo de su cabeza casi augusta.

La obligó a levantarse y llevóla al comedor, diciendo jovialmente, para darle ánimo, que tenía mucho apetito, ¿qué menú había?