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Tuve la satisfacción de escuchar que, en su concepto, era lo bastante para que pudiese imaginar, sin pecar de presumido, que no le era indiferente a su prima. De la entrevista con el clérigo no le hablé palabra, porque la verdad del caso la hubiera hecho reír a mi costa, y una mentira ninguna utilidad me traía. Por supuesto, por hacer como todos los demás, también me brindó protección.

Lo que yo digo repuso Manuel es que no digo nada. Esa no pasa. Si has de estar callado, vete a la iglesia. Echa un brindis y espabílate. Manuel tomó un vaso de mistela, y dijo: Brindo por los novios, por los amigos, por nuestro comandante y por la resurrección de San Cristóbal. ¡Viva el comandante, viva el comandante! gritó todo el concurso ; y , Manuel, que lo sabes hacer, echa una copla.

Sus jumeras eran siempre una fuerte emersión de lágrimas patrióticas, porque todo lo decía llorando. Allí brindó por los héroes de Trafalgar, por los héroes del Callao y por otros muchos héroes marítimos; pero tan conmovido el hombre y con los músculos olfatorios tan respingados, que se creería que Churruca y Méndez Núñez eran sus papás y que olían muy mal.

Por vosotras brindo, pues, embargada el alma de admiración y respeto, como representantes en la tierra de lo que hay en ella más sublime, el amor, la belleza, la alegría. El brindis, aunque galante, pareció estrambótico. Algunos de los más avisados murmuraron. Creció la hostilidad que contra el joven médico existía. Hubo quien dijo por lo bajo que aquel quídam había querido "quedarse con ellos".

Brindo a la salud de los novios antes de volver al convento dijo fray Gabriel. Y después de apurada la copa, se escurrió, sin que nadie, excepto la tía María, hubiese echado de ver su presencia ni notado su ausencia. La reunión se animaba por grados. ¡Bomba! gritó el sacristán, que era bajito, encogido y cojo. Calló todo el mundo al anuncio del brindis de aquel personaje.

En el acto trató Salvador de adquirir dos cabalgaduras, una para y otra para Zorraquín, que se brindó a acompañarle en la humanitaria empresa que iba a acometer; pero la escasez de caballería era tal con motivo de la guerra, que en toda aquella noche y en parte del siguiente día no pudieron obtener nada de provecho.

Al salir de la entrevista empezó a sentir una extraña descompostura de estómago, que le sugirió la idea de consultar a un médico amigo suyo, quien, informado por él de haber tomado una copa de licor que se le brindó, le dió un elixir que le hizo arrojar oportunamente el arsénico que el licor disimulaba.

En vano en los albores de una existencia estéril Abandoné tus playas; no te olvidé por eso, Como al dejar la bella que nos brindó su beso mas placer al alma pensar en él despues. Atravesando mares y recorriendo campos, La pluma manejando con la ñudosa lanza, Vivificado siempre por íntima esperanza Jamás he sacudido tu polvo de mis piés.

Su canción monótona, dulce, evocadora, flota en el crepúsculo bañado de azúl, parece que ríe, parece que llora, como una quimera de la juventud. A veces la noche, como novia loca, me sorprende triste en el tosco umbral, pensando en aquella muy amada boca que me brindó un día venturanza y paz.

Tiene algo de campanario y abajo, en lo más profundo del buque, está el templo, el santuario del fuego, con sus altares inflamados que producen el vapor. ¿Eh?, ¿qué le parece la imagen? Se la brindo para unos versos... Y con ser tan robusta la chimenea, mire cómo está aprisionada y sostenida por varios tirantes, para que no la tumbe el viento.