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Era más joven que ella, y con el furor de una hembra que se da cuenta de su próximo ocaso, se agarraba á aquel profesional de la hermosura viril que, satisfecho de su persona, dejaba que las aventureras de las estaciones de placer se disputasen el honor de acapararlo, con toda clase de concesiones y sacrificios.

Aquellos oficiales de calzón blanco y peto rojo, que con la espada al costado y el bicornio sobre el muslo escoltaban a Dios, tenían sin duda noticias de su existencia; alguno habría oído hablar de él, y tal vez guardaba su nombre en la memoria como el de un enemigo de la sociedad. ¡Y el réprobo repelido por todos, refugiado en un hueco de la catedral, como las aves aventureras que anidaban en sus bóvedas, era el que guiaba el paso de Dios por las calles de la religiosa ciudad...!

Morsamor sintió muy mortificado su amor propio, pero en el fondo de su alma tuvo que dar la razón a donna Olimpia, y no halló motivo para quejarse de ella ni de nadie. Sospechó, con todo que el mediador que había habido entre Feridún y Rustán y las dos aventureras no podía haber sido otro que el Sr.

El señor Stevens respondió que la legislación de su país protegía la libertad individual hasta en sus abusos. Eso está muy bien dijo el doctor sonriendo . ¿Y a las aventureras? Se las trata un poco más severamente. ¿Aun cuando tengan cinco o seis millones de capital? Si conocéis muchas de esa especie, enviadlas todas a Inglaterra.

Verdad es que nos las habemos con libertinos, aventureras, parásitos, cortesanos y alcahuetas, que se nos ofrecen en situaciones no siempre decentes; pero Lope ha sabido dulcificar lo repugnante y duro de las mismas con arte singular, no perjudicando por esto á la verdad de sus descripciones, y trazando en sus cuadros bellos rasgos, de suerte, que la impresión total que en nosotros hacen, no tiene nada de repulsiva.

Ya hemos visto cómo el piloto intimó con Morsamor y formó parte de su corro, y cómo Fray Juan se holgaba de estar en él y hasta de reír y charlar con las dos aventureras, pues, aunque piadoso, era indulgente, muy conocedor de las flaquezas humanas y bastante ejercitado en la virtud de la eutropelia.

Con tales remordimientos estaba el de Luzmela perturbado, y por esquivar tan íntima turbación, o porque fuese aquélla para él una hora de evocaciones aventureras, cayó de pronto en su memoria otra página galante de sus años mozos. Esta no había quedado mojada de lágrimas: risueña y gozosa, fué otra de sus grandes locuras.

Créame usted: para ejército moderno, son ustedes muy pocos y mal organizados; para guardia interior, sobran muchos y son caros. No es de ustedes la culpa. Es de su Vocación que llega tarde, cuando España está muerta, por fortuna, para las empresas aventureras. Si resucita, ha de seguir una dirección que no será ciertamente la de la espada.

Las dos pobres mujeres han tenido que ingeniarse para suplir la insuficiencia de sus recursos y se han puesto animosamente a trabajar. La madre hace muestrarios de bordados para los almacenes, y la hija, que tiene talento, pinta miniaturas. No son éstos antecedentes ni procedimientos de aventureras y creo que no puede haber nada más honroso.

La riqueza trae consigo el refinamiento, el espíritu de conservación; mientras que la pobreza inspira ideas aventureras, deseos de cambiar las cosas, poco apego á la vida, etc. Machiavelo mismo encuentra peligroso este medio de sujetar á un pueblo, pues observa que la pérdida del bienestar suscita más tenaces enemigos que la pérdida de la vida.