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Por último, cogiendo al banquero por la solapa de su gabán de pieles, le dijo atropellándose por la ira: Por supuesto; esos dos puercos, el empleado y el inspector, quedarán a escape cesantes. Veremos, veremos respondió el duque, inquieto y confuso. Ya está visto. Hasta que me traigas su cesantía no te presentes en mi casa, porque no te recibo. #Los amores de Raimundo.#

¡Alto! ¡alto! ¡alto! exclamó atropellándose una señora que tenía una verruga en la nariz y gastaba sortijas de pelo en las sienes. Ya principia D.ª Faustina exclamó D.ª Feliciana con mal humor. ¡Bendito sea Dios, señora, qué suerte tiene usted!

Calló el piano, guardándose su ronca y temblona voz de viejo, y el enjambre joven, atropellándose, corrió al comedor. ¡Vive Dios, que se estaba bien allí, sentados ante el blanco mantel, con los balcones abiertos y en los ojos el extenso paisaje, que, con la luz anaranjada de la caída de la tarde, iba velando sus tonos brillantes y parecía adormecerse!

Hablaba atropellándose, con las mejillas encendidas, vibrando por los ojos rayos de ira, agitando las manos temblorosas, moviendo todo su esbelto cuerpo como si estuviera sujeto a una fuerte corriente eléctrica. El P. Gil la contemplaba estupefacto.

Pero los hermanos eran duros de oreja, y seguían tirando. De pronto se inició en la turba el pavor de la fuga. Corrieron todos cuesta abajo, cobardes y valientes, empujándose unos a otros, atropellándose, como si les azotasen las espaldas aquellos disparos que seguían conmoviendo la plaza desierta. Juanón y los más enérgicos, contuvieron al doblar una esquina el torrente de hombres.

La vida parecía acrecentarse al paladearlos; los sentidos cobraban nueva intensidad; la sangre ardía atropellándose en su circulación, y el olfato se excitaba sintiendo anhelos desconocidos, como si husmease una electricidad nueva en la atmósfera. La pareja de viajeros bebía de todo, después de resistir con débiles protestas las invitaciones de Luis.

Entonces comenzó la historia del poderoso Sánchez Morueta, aquella transformación de cuento mágico, atropellándose los negocios fabulosos, las caricias de la buena suerte, como si les faltase tiempo para enriquecer á aquel hombrón que veía llegar los millones sin el más leve estremecimiento en su rostro impasible. Se apoderó rápidamente de la montaña.

Vienen a lo lejos las olas como manadas de caballos salvajes, adornados con crines de plata, empujándose, atropellándose; asaltan las rocas, se apoderan de ellas; pero como si les faltara la confianza en su dominación, la confianza en su justicia, vuelven atrás con el clamor de un ejército derrotado, en láminas brillantes, en hilos de agua, en blancos espumarajos.

¡Cómo! exclamó el duque con profundo estupor . ¿Se ha atrevido esa z a presentarse en el baile? ¿Quién la ha dejado pasar? Mañana mismo despido al portero. No; a quien hay que despedir ahora mismo es a ella ... ¡en seguidita! dijo Clementina atropellándose por la cólera.

Bastante castigado estoy por los celos, por unos terribles celos que me han estado mordiendo el corazón, y me lo muerden todavía. ¡Celos! ¿De quién? ¿Me lo preguntas ? De lord Gray. has perdido el juicio dijo con precipitación y atropellándose en sus labios frases rápidas y confusas . ¡