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Mi mujer echó la que iba dirigida á la hermana, y yo la que iba dirigida al padre del chico, como si creyéramos que podia ejercer alguna influencia la electricidad particular de cada sexo. Al arrojar las cartas por el buzon, mi mujer y yo exclamamos al mismo tiempo: ¡Dios las lleve por buen, camino!

Y sin embargo estas cosas existen realmente, como fenómenos internos, como hechos subjetivos de los cuales habla Kant incesantemente, consagrando á ello la mayor parte de la Crítica de la razon pura. ¿Se dirá acaso que la idea pura de relacion no significa nada, porque no podemos presentar una relacion abstracta en intuicion sensible? ¿Se dirá que la idea de fuerza no significa nada, porque no podemos presentarla en intuicion sensible? ¿Se dirá que los principios de donde dimanan los fenómenos de la atraccion, de la afinidad, de la electricidad, del magnetismo, del galvanismo, de la luz y de cuanto nos admira y encanta en la naturaleza, no existe, no son cosas permanentes, que son palabras vacías, porque no podemos representarlos en intuicion sensible?

Además, me decía yo, aunque el sello de casta y el de nacionalidad sean indelebles, sin que acierte a borrarlos o a confundirlos la continua convivencia y el íntimo comercio espiritual, en esta época en que tanto se escribe, se lee y se viaja, en este siglo del vapor y la electricidad, del ferro-carril y del telégrafo, todavía no logro persuadirme de que haya también un sello de provincialidad, como hay sello de nación, de tribu o de casta.

Aquellas figuras parecen agitadas por una corriente oculta de electricidad nerviosa; sus miradas son vivas y elocuentes; sus sonrisas expresivas, su actitud imita enteramente la vitalidad.

Asunción... es una niña honradita y formalita... ¡Maldito <i>bigotism</i>!... Mucho lloro, mucho hipo, mucho suspirito... ¡Mala peste!... ¿Qué decía usted?... Perdone usted... Estoy nervioso... despido fuego y electricidad... Pues como decía, Asunción... ¡!, ¿dónde está? Es usted un malvado.

PANTOJA. Perdone usted... ¿Es cierto que el vecino de enfrente, nuestro maravilloso sabio, inventor y casi taumaturgo, piensa mudar de residencia? CUESTA. ¿Quién? ¿Máximo? Creo que . Parece que en Bilbao y en Barcelona acogen con entusiasmo sus admirables estudios para nuevas aplicaciones de la electricidad; y le ofrecen cuantos capitales necesite para plantear estas novedades.

Tanto andar aquella mañana, y sin resultado, abatió su ánimo; además, no había probado bocado y sentía un amargor en la boca y un desfallecimiento en el estómago... ¡Pero buenos eran los momentos para pensar en cuestiones de bucólica! aunque de bucólica se trataba, la más grave y pavorosa de las cuestiones... La Bolsa presentaba un aspecto imponente; un rumor inmenso llenaba el vasto local, como huracán que ruge en la selva, y la atmósfera parecía cargada de tanta electricidad, que era inminente el incendio, si estallaba la chispa.

Cantantes incomparables, que ya han desaparecido, ponían en ella transportes de entusiasmo. El auditorio estallaba en aplausos frenéticos. Aquella maravillosa electricidad de la música apasionada, removía como con la mano, la musa de cerebros pesados o de corazones distraídos y comunicaba al más insensible de los espectadores aires de inspirado.

Pero también sucede que se espesan y se acumulan las nieblas en nubes apretadas y arremolinadas: se atraen y se rechazan; amontónase electricidad en los vapores acrecentados; estalla la tormenta y el mundo inferior se pierde bajo el tumulto tempestuoso.

Y se reproducían el mismo trabajo, igual movimiento en estación más cálida, bajo sol más vivo, con alternativas de fuertes vientos o calma atmosférica que producía jornadas de espantoso calor y noches como auroras, precursoras de días de tormenta en que el ambiente, cargado de irritante electricidad, reaccionaba aparatosamente.