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Otra razon más poderosa indudablemente, era de sentimiento. Me repugna, me repugna, quiera Dios que me repugne siempre, verme servido por caballeros, á quienes me es lícito injuriar con el apóstrofe de garçones.

Voy á emitir esta gran idea... Ya la he dicho.... No ha hecho efecto... Procuraré ser esmerado en la frase... Esta oración va bien... ¿Como la terminaré?... ¡Qué apuro!... No doy con el adjetivo... ¡Demonio de adjetivo!... ¡Ahí terminaré con un apostrofe ... allá va.... No ha hecho efecto ... no me aplauden."

Te acuso de haber ido á declarar bajo la fe del juramento lo que sabías que era falso, acto que constituye un crimen para todo hombre honrado, pero que en ti, Sorege, mi amigo, mi hermano, como decías hace un momento, es la acción más baja y más cobarde que se puede cometer. Aquí tienes de lo que te acuso, puesto que deseabas saberlo. Sorege soportó aquel terrible apóstrofe con absoluta firmeza.

Al observar la mirada de espanto y congoja que me dirigía se templó mi furor, y en vez de lanzarle un apóstrofe violento, como tenía determinado, le mandé una sonrisa galante. Puede ser que en la formación de esta sonrisa haya intervenido más o menos directamente la belleza nada vulgar del criminal.

Mirando después al cielo, lanzó un piadoso apóstrofe y dijo así: ¡Barástolis! Por Dios trino y uno, por la Virgen del Sagrario, por Rousseau, por mi vida honrada y por mi conciencia de cristiano juro y rejuro que me alegro con toda el alma. Cuando Salvador salió de su alcoba, abrazáronse estrechamente ambos señores y juraron ser amigos fieles en lo que les quedara de vida.

Juan no podía persuadirse de ello, y le buscaba un millón de disculpas: unas veces achacaba la falta al correo; otras se le figuraba que su hermano no quería escribir hasta que pudiera mandar mucho dinero; otras pensaba que iba a darles una sorpresa el mejor día presentándose cargado de millones en el modesto entresuelo que habitaban: pero ninguna de estas imaginaciones se atrevía a comunicar a su padre: únicamente cuando éste, exasperado, lanzaba algún amargo apóstrofe contra el hijo ausente, se atrevía a decirle: «No se desespere V., padre; Santiago es bueno; me da el corazón que ha de escribir uno de estos días

Era de rigor que yo las atajara en estas alturas del apóstrofe con otro en que salían a danzar su compromiso de no abandonarme hasta pasado el día de los funerales; la obra caritativa que estaban haciendo mientras me acompañaban en mi soledad, y aliñaban y vestían el viejo y sucio caserón, y disponían el programa para aquel acontecimiento, tan extraño para ; lo cómodo y a gusto que yo me encontraba en la habitación que había elegido al cederles la mía, que era la menos mala de la casa, aunque estaba a cien leguas de ser lo que merecían ellas; lo distraído y animado que se encontraba don Pedro Nolasco, y el bien que esto le hacía en horas tan críticas y de tanto peligro para él.

Las ocho serían cuando volvió a aparecer Orejón acompañado del conde de Negri, y vieron cenar a D. Felicísimo, que entre bocado y bocado había de incrustar una opinión, preguntilla, apóstrofe o interjección apostólica, todo entreverado de hipos que dividían en minúsculas porciones sus conceptos, dando idea de lo que sería un discurso en mosaico o una oración en cañamazo.

Por eso no pudo menos de dirigir un duro apóstrofe á la tierra que pisaba, viéndola poblada de ásperos escajos, y cuya aparente esterilidad alejaba de ella á sus hijos para buscar en país remoto lo que la madre patria no podía darles. ¡Cargo injusto, por cierto, y que, perpetuamente en boca de tantos ignorantes, sostiene en esta provincia la plaga de emigración que la despuebla!...

Ya hemos dicho que Flores se estremeció violentamente ante el impertinente apóstrofe de José, y este movimiento súbito y colérico hizo desgraciadamente desviar aquella mano ordinariamente tan firme y tan segura; el acero rozó ligeramente el cuello de uno de sus parroquianos, que se arrellanaba con complacencia en el gran sillón de nogal donde iban sucesivamente a sentarse todos los marinos de la isla de León y de Santa María.