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Actualizado: 3 de junio de 2025
"No puedo quitarme la visión de Julio cuando tocó con los labios, como distraído, las violetas de Adriana. "Hasta los dramas reales han dejado de interesarme. Hoy Camucha entró corriendo para contarnos cómo acaba de romperse el compromiso de una prima nuestra que iba a casarse el mes que viene. Una cuestión de intrigas, complicadísima, y ella que amenaza con envenenarse.
Camucha está en la tarea muy seria de un bargueño. Quién sabe cuándo lo terminará, porque no permite que nadie la ayude. Ella se lo piensa regalar a abuelita, y la verdad que el bargueño haría juego con el armario y con la cómoda. Yo desde el lunes también comenzaré a ir". "11 de junio. "Hoy Adriana trajo violetas, que Zoraida puso encima del piano. Nos quedamos conversando, todos.
Una dama angelical, conocidísima en los altos círculos por su ingenio, su elegancia y su belleza, habíale arrancado, en un banquete, una confesión explícita, aunque no pública, de sus nuevas simpatías dinásticas... Un ramo de violetas había sido la ocasión, y un ángel fue el instrumento. ¡Feliz el atleta que entra en la nueva senda bajo tan poéticos auspicios!...
La tierra es allí tan generosa y feraz, que no puede imaginarse el sinnúmero de flores y la masa de verdura que ciñen las márgenes de los arroyos, esparciendo grato y campestre aroma. Campanillas, mosquetas, violetas moradas y blancas, lirios y margaritas abren allí sus cálices y lucen su hermosura.
Sus manos eran de reina, sus pies de niña, los ojos como violetas claras mojadas de rocío..., pero tenía en su casa para abrir la puerta una hermana de dieciocho años, tísica, que daba compasión. ¡La antesala del placer parecía custodiada por el ángel de la muerte! ¿Leonor?... No la recordaba bien... ¡Ah, sí! La insaciable; hembra peligrosísima.
De pronto, como si aquella conversación le fuese penosa, varió de asunto y deteniéndose al pie de un árbol se puso a contemplar, entre el follaje las últimas luces del día, el cielo dorado, sobre el cual se dibujaban, límpidas y claras las ramas de un gran, fresno desnudo, mientras yo ataba un haz de violetas.
Desde el cielo sagrado, ningún rayo desciende en la negra noche de esa ciudad; pero un resplandor reflejado por la lívida mar, invade las torres, brilla silenciosamente sobre las almenas, a lo hondo y a lo largo, sobre las cúpulas, sobre las cimas, sobre los palacios reales, sobre los templos, sobre las murallas babilónicas, sobre la soledad sombría y desde largo tiempo abandonada, de los macizos de hiedra esculpida y de flores de piedra sobre tanto y tanto templo maravilloso en cuyos frisos contorneados se entrelazan claveles, violetas y viñas.
Vuestro hermoso capullo una misión encierra: la aurora por vosotras ilumina la tierra... ¡La tierra, por vosotras, no olvida a su Creador! Bajo un sol de misterio, en un pobre ataud, cuatro hombres me llevaron a un negro cementerio, poblado de violetas en mística quietud. Estaba triste el cielo tres rosas del amor, de vigoroso luto, con hondo desconsuelo lloraban por la muerte del joven trovador.
¡Flores! repitió . ¡Cómo te lo agradezco! Maltrana se excusaba con timidez. Eran violetas: no tenía dinero para más. Aun así, le había costado mucho el adquirirlas. Costaban muy caras: las flores nacían para los ricos; y aún gracias que les dejaban a ellos el cielo y el sol... Había recordado también su predilección por las naranjas.
Era muy dulce el pensamiento de pasar mi vida entre mi padre y él. ¡Son tan buenos los dos y se entienden tan bien para mimarme!... Casi no hay día en que Máximo no me envíe o me traiga algunas pruebas de su recuerdo: un libro, un dibujo de bordado, un ramo de violetas... pequeñeces, pero afectuosamente ofrecidas. No tengo experiencia, pero dudo que un novio pudiera ser más amable.
Palabra del Dia
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