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Actualizado: 3 de mayo de 2025


Varias veces me llamó la señorita para enseñarme sus dibujos, y una linda acuarela, pintada en obsequio mío: un ramo de violetas puesto en una copa de cristal, y tardé en acudir a su llamado.

Pero el arroyuelo no quería ser consolado y continuó, como antes, refiriendo su secreto ininteligible de algo muy triste y misterioso que había sucedido, ó lamentándose proféticamente de algo que iba á acontecer en la sombría floresta; pero Perla que tenía harta sombra en su breve existencia, se alejó del arroyuelo gemidor, y se puso á recoger violetas y anémonas y algunas florecillas color de escarlata que encontró creciendo en los intersticios de una alta roca.

Pronto recorrió algunas sendas de las que dividen las huertas que hay en torno de la villa. La primavera, con todas sus galas, mostraba allí entonces su hermosura y sus atractivos. En el borde de las acequias, por donde corría con grato murmullo al lado de la senda el agua fresca y clara, había violetas y mil silvestres y tempranas flores que daban olor delicioso.

Avanzó a su encuentro, los ojos centelleantes de dicha, y le tendió un gran ramo de violetas, con adorable torpeza. Si a usted no le molesta prosiguió la madre podría venir todos los lunes... ¿qué le parece? ¡Que es muy poco, señora! repuso el muchacho Los viernes también... ¿me permite? La señora se echó a reir. ¡Qué apurado! Yo no ... veamos qué dice Lidia. ¿Qué dices, Lidia?

La luz y las pinturas de cada estancia están armónicamente dispuestas; entre aquellas elevadas paredes, que los azules cerúleos, los tonos verdes claros, los violetas y los amarillos llenan de sol y de panoramas de Arcadia, las habitaciones, amuebladas fastuosamente, parecen más grandes. En ese retiro, Edmundo Rostand pasó varios años, y su silencio, ¡caso raro! preocupaba á la opinión.

Descubrió la niña, en medio de su incesante ir y venir, algunas tempranas violetas ocultas entre la yerba, y haciendo un ramito las colocó en el vestido del artista; después sentóse, y abrazando con mimo a su padre: ¿Te encuentras bien, papá? le preguntaba : yo me encuentro muy bien... ¿Verdad que es bonito el campo?

Junto al cuadro grande, y pegadas a él, como las ofrendas o ex-votos en el altar, pendían multitud de coronas de trapo con figuradas rosas, violetas y narcisos, y luengas cintas negras con letras de oro. Eran las coronas que había llevado la señora en su entierro, y que D. Carlos quiso conservar en casa, porque no se estropeasen en la intemperie del camposanto.

Me pasaba yo el día leyendo, escribiendo y cuidando del jardín. Las plantas que Angelina y yo habíamos sembrado prosperaban a maravilla; los rosales recobraban su lozano follaje; las violetas macollaban que era una gloria, y el cuadro de «no me olvides» parecía una alfombra de felpa.

Me apuesto con el más pintado a sentir honda y poéticamente la gala de las fértiles praderas, la lozanía de los verjeles, el apartamiento silencioso de los sotos umbríos, el aire embalsamado por el aroma de las violetas, la sierra pedregosa cubierta de tomillo y romero, el blando murmullo de los arroyos, los amorosos gorjeos del ruiseñor, el lánguido arrullo de la tórtola y los trinos alegres con que las aves saludan a la blanca aurora cuando abre con dedos de rosa las puertas del Oriente.

Y durante todo el día, Astarté resplandece brillante y fuerte en el cielo, en tanto que siempre hacia ella, mi querida Eulalia, levanta sus ojos de esposa, en tanto que siempre hacia ella mi joven Eulalia eleva sus bellos ojos violetas!... UN ENSUE

Palabra del Dia

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