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Actualizado: 11 de mayo de 2025
Señora, yo no he dormido ¿sabe?; pero he almorsado con varios amigo debaho de uno y no nos ha pasao ná. Entonces, ¿cómo se suicida Sélika en La Africana acostándose a la sombra de ese árbol? Eso es una patraña, una invensión de los poeta ¿sabe? Será una cosa bonita, pero no tiene nada de verdá.
Relumbran como el sol de mediodía. Pero, hijo mío, ¿no ves que don Damián es un señor muy rico?... También tú te vestirás así el día de mañana, ¿verdá, madre? ¡Anda, anda!; ya te estás relambiendo con los vestidos que te he de regalar.... ¡Como no pongas otros!... Ni falta que me hacen, para que lo sepas; probe nací, y con saya de estameña y tirando de la azada me han de querer....
Yo... pero yo... quiérese decir que yo... balbució Chinto abrumado por el peso de su culpa. ¡Aún tendrás valor para contar mentira! chilló la enferma . ¡Llégate acá, bruto! Yo... no, no fue cosa mala ninguna... no fue perrita, ni licor.... Fue.... Cuenta la verdá, borrachón de los infiernos, como si estuvieses difunto en el tribunal del devino Señor....
El público le excitaba a ello. Entre los hombres puestos de pie en la contrabarrera, con el cuerpo echado adelante para no perder un detalle del momento decisivo, reconoció a muchos aficionados populares que comenzaban a apartarse de él y volvían ahora a aplaudirle, conmovidos por su muestra de consideración al «pueblo». ¡Aprovéchate, güen mozo!... ¡Vamo a ve la verdá!... ¡Tírate de veras!
Por fin, sus ojos podían dar paso a las lágrimas que se agolpaban a ellos, y deslizándose por sus mejillas caían en el vino. Es verdá, Fermín, estoy loco. Suelto bravatas y... na: soy un mandria. Mira cómo estaré, que un zagal me pegaría. ¿Qué he de matar yo a Mariquita? Ojalá tuviera entrañas negras para eso. Después me matarías tú, y toos descansaríamos.
¡Herido! exclamaba el padre con amargura, lamentando que no fuese cierto . Eso es para los toreros de verdá. Echale unos puntos a la taleguilla y veas de lavarla... ¡A saber cómo la habrá puesto este ladrón! Pero a los pocos días, el tabernero recobraba su confianza. Una mala tarde cualquiera la tiene.
Su mercé, que sabe tanto, vea de conquistar a la guardia civil, tráigasela a su idea, y cuando se presente al frente de los tricornios, pierda cuidao, que todos le seguiremos. El viejo llenó un vaso de vino y se lo presentó a Salvatierra. Beba su mercé, y no se haga mala sangre queriendo arreglar lo que no tiene arreglo. En el mundo no hay de verdá más que eso.
Sus ojos estaban enrojecidos y con profundos cercos obscuros. Las mejillas morenas y el filo de su nariz tenían una brillantez de color sonrosado que delataba el frote del pañuelo. Sebastián, va usté a decirme toíta la verdá. Usté es bueno, usté es el mejor amigo de Juan. Lo de la mamita, el otro día, fueron cosas de su carácter. Usté conoce lo buena que es. Un pronto, y después na. No haga caso.
Mira, Tono, no hay cosa que más me guste que decirles por lo bajo a todas las sin vergüenzas que pasean por el Retiro: "¡Andad, andad, hambronas, que si a mí se me antoja os puedo enterrar en billetes de Banco!..." ¿Verdá tú, salao? "¡Malísimo!" volvió a decir el duque en su interior; y en voz alta: Algunos hay, preciosa; algunos hay en casa.
Esa es la verdá; y vamos, Antón, á estimar la pareja, como el otro que dice, con equidá. Pos la pareja, Ogenio, por ser para ti..., la pareja; que, como ha dicho el señor, no tiene pero; la pareja, y que no vea la cara de Dios si te engaño; la pareja vale treinta doblones como dos cuartos. Tú no quieres vender, Antón contesta con cierto desdén el atildado Ogenio.
Palabra del Dia
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