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Actualizado: 11 de mayo de 2025
¡Ay, madre! exclama una muchachuela con los ojos arrasados de lágrimas, dirigiéndose á una pobre anciana que esta á su lado, no veo á la nuestra vaca: ¡debe ser verdá aquéllo que se corrió! Sí; hija mía responde la madre: las malas noticias siempre salen verdaderas, y la soga nunca rompe por lo más gordo, ni el día amanece alegre para todo el mundo...; ¡cómo ha de ser!
1176 Les alvierto solamente -y esto a ninguno le asombre, pues muchas veces el hombre tiene que hacer de ese modo-; convinieron entre todos en mudar allí de nombre. 1177 Sin ninguna intención mala lo hicieron, no tengo duda; pero es la verdá desnuda -siempre suele suceder-: aquel que su nombre muda tiene culpas que esconder.
Este era el supremo toque de la voluptuosidad, al parecer, porque al llegar aquí los barbianes de la reunión quisieron volverse locos. ¡Viva tu sangre, chiquilla! exclamó el Naranjero . ¡Vivan las mujeres castisas! Al estante nos vamos a beber una cañita, ¿verdá, prenda?... ¡Viva tu mare, que tengo para ti en er borsiyo un biyete de la lotería pasá!
¡Impostora..., bruja! grita al oir estas palabras, descompuesta y febril, la mujer del Tuerto. ¿Yo borracha! ¿Cuántas veces me ha levantado usté del suelo, desolladura? Y aunque fuera verdá, á mi costa lo sería: á denguno le importa lo que yo hago en mi casa.
La señora Angustias le quería con ese cariño de los humildes que, al encontrarse en un ambiente superior, se juntan en grupo aparte. Siéntate a mi lao, Sebastián. ¿De verdá que no quieres na?... Cuéntame cómo marcha el establesimiento. ¿Teresa y los niños, güenos?
Llévale la cascarilla a mi madre... dile que me duele la cabeza... no le digas la verdá, por el alma de quien más quieras.... Sí que no se hará ella de cargo.... Amparo se quedó algo tranquila: sólo a veces un dolor lento y sordo la obligaba a incorporarse apoyándose sobre el codo, exhalando reprimidos ayes. Ana corría, corría, sin cuidarse de la lluvia, hacia la ciudad.
Usted que sabe tantas cosas, don Isidro siguió la Eufrasia : éste y yo tuvimos esta mañana una porfía. Dice que en Buenos Aires no hay monea de oro, ni de plata, ni otra cosa que unos papelicos con figuras, a modo de estampas, con lo que se compra too... Y eso no pue ser, ¿verdá que no, don Isidro? ¡Una tierra tan rica y no tener dinero!... Vamos, que no pue ser.
Los hijos, si no hay quien por caridá los recoja á las puertas del Muelle por la noche, allí se la pasan á la timperie.... Bien sé yo, tiña, quién los quita el hambre y los da abrigo muchas veces; pero uno no puede estar en todas partes, ni ellos acuden á uno siempre que debieran.... Porque, retiña, la verdá es que se han hecho ya á la bribia; y por el carís que traen, van á hacer buena á su madre.
¿Verdá que sí? preguntaba Gallardo con orgullo infantil . De veras que no estuvo malo aquéyo. Y en la interminable verbosidad de toda conversación sobre toros transcurría el tiempo, sin que el espada y sus admiradores se fatigasen de hablar de la corrida de la tarde y de otras que se habían celebrado algunos años antes. Cerraba la noche, encendíanse luces, y los aficionados no se iban.
Vicio, hija, vicio insistía Mari Pepa ; vicio de no saber qué jacerse en una vida tan regalona. Preguntóme Lita si yo también tenía «por allá» esas malas costumbres; respondíla que sí, y me dijo, por todo comentario, con una ingenuidad y una llaneza verdaderamente infantiles: Pues buen picaronazo estará usté... ¿Verdá, madre?
Palabra del Dia
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