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Actualizado: 4 de junio de 2025
A la mañana quando vieron partidas las galeras, y que Tibaldo se llevaba en ellas á los dos hermanos, alteraronse todos mucho, y decian que aunque Rocafort fuese de tan ruines costumbres, era su Capitan, y no les parecia justo entregarle á sus enemigos, para que hiciesen escarnio de él, y de nuestra nacion, dándole una muerte vil y afrentosa, en mengua de todos ellos.
De este modo se vió atropellada por la ambicion y codicia de cuatro ó seis sugetos, la grandeza del Todo-Poderoso, profanados sus templos, despreciadas sus sagradas imágenes, usurpada la inmunidad de las iglesias por las casas de los Rodriguez, pues estas eran el mejor asilo para escapar de la muerte; como lo consiguieron varios europeos, ya fuese por las alianzas de una antigua amistad, ó ya para cohonestar sus atroces delitos, con algunos hechos piadosos: pero la casa del Señor, sus altares y tabernáculos se vieron polutos, despreciados y ultrajados por esta vil canalla.
Quería entrar a viva fuerza en casa de Quiñones y llevarse a su hija; quería retorcer el cuello a aquella vil mujer; quería decírselo todo a D. Pedro; quería dar parte al juez y meter en un calabozo a la infame. Afortunadamente sus accesos eran tan violentos como cortos. Vino el abatimiento, el llanto.
Es terrible la infinita abundancia de retratos de aquella cara repulsiva que nos legó su reinado. España está infestada de efigies de Fernando VII, ya en estampa, ya en lienzo. Esa cara no se parece á la de tirano alguno, como Fernando no se parece á ningún tirano. Es la suya la más antipática de las fisonomías, así como es su carácter el más vil que ha podido caber en un ser humano.
FELIC. Yo lo estoy de tal manera, Mi señor, cuando estáis fuera, Por vos, como sabe Dios. No hay cosa que no me enoje; El sueño, el descanso dejo: No hay liebre, no hay vil conejo Que fiera no se me antoje. D. TELL. En los montes de Galicia, Hermana, no suele haber Fieras, puesto que el tener Poca edad, fieras codicia.
Empero corta, abrasa, hiende, tala Al que el contrario bando acompañaba: De suerte, que el leal era tenido Por hombre vil, infame y abatido. A muchos ahorcó de los leales, Diciendo que la tierra perturbaban. A tal punto se vino, que los tales En los montes y bosques habitaban.
Yo reniego de la sangre que va a mezclarse con la de la gente vil, matadora de Cristo, y me quedo con la mía, con la de mi padre, que acabará conmigo pura y honrada. Señalaba la puerta con ademán arrogante, dando por terminada la entrevista. Pero luego pareció darse cuenta de lo extemporáneo y teatral de su protesta, y bajó los ojos, se humanizó, tomando un aspecto de mansedumbre cristiana.
Milord dije dando a mis palabras toda la serenidad posible usted debajo de ese humor melancólico, debajo de los oropeles de su imaginación tan brillante como loca, guarda sin duda un profundo sentido y un corazón de legítimo oro, no de vil metal sobredorado como sus acciones. ¿Qué quiere usted decirme? Que una persona honrada como usted sabrá reparar la más reciente y la más grave de sus faltas.
Poner la mano decía en un héroe como Riego, es la mayor de las profanaciones. ¿Y qué ha hecho Zaragoza? ¡Oh! la ciudad en que tal cosa ha pasado permaneció muda y permitió que su Capitán General fuera destituido; dejó que un vil esbirro manchara la sagrada investidura de la autoridad, despojando de ella á Riego.
¿De qué sirve que asombre tu exuberante suelo, produciendo sabrosos frutos y frutos mil, si al fin cuanto cobija tu esplendoroso cielo el hispano declara que es suyo y sin recelo su derecho proclama con insolencia vil? Mas el silencio acaba y la senil paciencia, que la hora ya ha sonada de combatir por ti.
Palabra del Dia
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