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Actualizado: 5 de julio de 2025
El señor Macey, que era ahora un débil anciano de ochenta, y seis años que nunca se le veía sino junto al fuego y tomando el sol en el umbral de su puerta, emitía el parecer de que, cuando un hombre había procedido como Silas con la huérfana, era una señal de que su dinero reaparecería o de que por lo menos el ladrón tendría que dar cuenta de él.
Quedó satisfecho, con la conciencia de su cuerpo fuerte, oculto bajo el manteo epiceno y la sotana flotante y escultural. Iba a salir. Teresina apareció en el umbral, seria, con la mirada en el suelo, con la expresión de los santos de cromo. ¿Qué hay? Una joven pregunta si se puede ver al señorito. ¿A mí? don Fermín encogió los hombros . ¿Quién es? Petra, la doncella de la señora Regenta.
La anciana condesa, apegada a aquella niña con la pasión de las abuelas que no siempre han sido madres tiernas, apenas la sobrevivió; y el señor Neris, padre y abuelo igualmente desgraciado, sacudió el polvo de los zapatos en el umbral de la Ciudad Eterna, volvió la espalda a ese sol mentiroso, prometedor de vida que no había podido caldear sus miembros helados, y volvió a meterse en su agujero como un animal herido para terminar su existencia donde Blanca había empezado la suya y delante de la tumba donde reposaría un día a su lado.
Eran las nueve de la noche cuando descendí del carruaje, en el húmedo umbral de la casita en que acababa de entrar, aunque tardíamente, esta fortuna casi real. La sirvienta vino á abrirme; lloraba amargamente. Oí al instante la voz grave del señor Laubepin que dijo:
Juan se detiene en el umbral; se apoya contra una de las hojas de la puerta y lanza una mirada de profunda emoción a la penumbra de la vieja y querida sala, mientras el ruido de las ruedas llega ensordecedor a su oído, y nubes grises de harina y vapor de agua, llevadas por la corriente de aire, le azotan el rostro. Delante de él se alinean en su puesto las diferentes ruedas del molino.
La alcoba donde murió Doña María. En el fondo, bajo los cortinajes de damasco carmesí, que tienen algo de litúrgico, abandonada y fría aparece la cama antigua, de nogal tallado y lustroso. Don Juan Manuel está en el umbral de la puerta. Su hijo y el capellán le sostienen. El rostro pálido y la barba de plata se sumen en el pecho.
Hacian entretanto pomposas ceremonias á la muerte de un tigre, creyendo que de este modo se mantendrian siempre en la gracia del Dios de estos animales. Cada indio daba principio á un largo ayuno, se cortaba una parte del cabello, y permanecia muchos dias sin traspasar el umbral de su habitacion.
El viejo péndulo dio las nueve, y cuando Hullin reanudaba su tarea, se abrió la puerta y apareció en el umbral Catalina Lefèvre, la labradora de «El Encinar», con gran asombro del almadreñero, porque no era frecuente que dicha mujer viniese a semejantes horas.
Suspiró, bostezó, se avergonzó de su pereza y tomó la campanilla puesta a su cabecera, en la mesa de noche. Su ama de llaves, vieja ruina, tan canosa y destruida como él, apareció en el umbral. ¿Qué hora es, señora Liebetreu? le gritó.
Agapo se adelantó, a fin de evitar la luz del farol, y dirigióse a don Pablo, que no se movía, en el umbral del comedor. Tengo que hablarle díjole rápidamente, sígame, afuera, en la calle. El bastón cayó de las manos temblorosas de don Pablo Aquiles... Misia Casilda se había precipitado al atorrante, y le obligó a entrar y a ponerse delante de la luz, que quería evitar.
Palabra del Dia
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