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Actualizado: 21 de junio de 2025


El corazón, fuera de sus quicios, me aporreaba el pecho, y sus golpes me parecían llamadas de medroso desamparado; sentíalos repercutir en lo más profundo de mi cabeza, y llamaradas de fiebre subían a caldearme las mejillas; estremecíanse todas las fibras de mi cuerpo, y veladuras fantásticas iban turbando la clara luz de mis ojos, al compás de los latidos del corazón.

En estas fiestas ordena el cacique á los suyos que tejan gran número de esteras, y hecho de ellas unas grandes cortinas, cubren y cierran una parte de la sala y este es el Santa Sanctorum en que entran los dioses, á quien con nombre común llaman Tinimaacas que saliendo del infierno fingen que bajan del cielo y turbando con ruido descompasado todo el aire, tiembla la casa y toda aquella tapicería ó cortinaje de esteras.

En el fondo había un edificio de aspecto monacal, fachada ennegrecida por el tiempo y ventanas cubiertas con persianas, como ojos cerrados, y al que se subía por una escalera de cuatros escalones verdosos á causa de las lluvias. Marenval llamó y un timbre resonó en la casa turbando el silencio con un ruido sacrílego.

Más de una mujer revolvióse en la cama, turbando con su inquietud el sueño de su marido, que protestaba indignado. «¡Pero maldita! ¿no pensaba en dormir?...» «No; no podía: aquel niño turbaba su sueño. ¡Pobrecito! ¿Qué le contaría al Señor cuando entrase en el cielo?...»

Al rodear las tropas vencedoras el picacho de Monte-Dalarza, los facciosos huían cuesta abajo por la vertiente opuesta: ya no se escuchaban cornetas ni se oían disparos, turbando sólo el augusto silencio de los campos el triste relincho de un caballo herido y abandonado en la hondonada.

Don Andrés se holgó mucho de que hubiese vuelto sano y salvo el secretario del Ayuntamiento, que le era utilísimo y a quien profesaba más amistad que a nadie. No por eso quiso llamar a don Paco ni ir a verle en seguida, turbando el reposo de que sin duda había menester; pero no creyó en el duelo o pendencia que don Policarpo había supuesto y contado.

En medio de nuestra postración política, y a pesar de la discordancia de opiniones y de intereses que nos amenazan de continuo, turbando el reposo y la serenidad de los espíritus, aunque no lleguen todavía a producir muy serios y deplorables disturbios, buen síntoma es que la actividad intelectual se muestre fecunda en España y no reconcentrada en Madrid, sino difundida por toda la Península.

Era un hombre, un verdadero hombre de negocios, de los que sólo conceden a los impulsos del afecto unos minutos de su existencia; de los que tratan las necesidades de la carne como vulgares y rápidas operaciones de higiene y únicamente se acuerdan del amor cuando la abstención los martiriza, dedicándole media hora entre dos asuntos financieros, sin recuerdos y sin nostalgias. ¿Por qué había venido hasta él aquella mujer, turbando su calma?... Era indudable que Maud amaba a su manera a míster Power, como se ama a un ser inferior y hermoso, con el doble orgullo de ser admirada y ejercer el dominio de la superioridad.

Tambien en la trabajada España suena de un confín á otro la tremenda voz esterminadora: ¡las tropas del altivo Muhammed entran con espada en mano en el suntuoso monasterio de Cardeña, y al salir de él dejan en sus pavimentos doscientos cadáveres de mártires!... ¿Qué repentino rumor sube á la montaña desde la llanura, turbando la paz de los santos claustros confusos gritos de destruccion y muerte?

Y, cuando todo esto falte, tu misma conciencia no ha de faltar de dar voces callando en mitad de tus alegrías, volviendo por esta verdad que te he dicho y turbando tus mejores gustos y contentos. Estas y otras razones dijo la lastimada Dorotea, con tanto sentimiento y lágrimas, que los mismos que acompañaban a don Fernando, y cuantos presentes estaban, la acompañaron en ellas.

Palabra del Dia

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