Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 5 de mayo de 2025
La Dorotea fijó una mirada dilatada, inocente, dolorosa, enamorada á un tiempo en Juan Montiño; extendió hacia él un magnífico y mórbido brazo, y estrechando una mano del joven, le dijo: Os suplico que me dejéis sola; yo os disculparé con don Francisco. ¡Qué! ¿tanto os enoja que yo continúe á vuestro lado? No, no me enoja; pero... me siento mal; estoy turbada, ¿no lo véis? estoy avergonzada.
Tan turbada estaba Isidora, que no acertó a contestar al saludo afectuoso de la señora. No sabía lo que le pasaba. Se levantó, volvió a sentarse. No podía asegurar si dijo o no dijo algo. Se sentía morir. ¡El semblante de la marquesa no expresaba nada..., la marquesa no la había abrazado..., la marquesa no había parado mientes en su fisonomía!... Las dos se miraron.
¡Ah, sí!... Ni me había fijado siquiera... Creo que me preguntaba por mi sobrinito. Está bien; pero otra vez, cuando te pregunte por tu sobrinito, procura que yo no esté delante manifestó el guapo con calma amenazadora. María quedó turbada y balbució con timidez: ¿Por qué?... No entiendo... Hijo, tú por cualquier cosilla te remontas... No hablemos más. Ya te he dicho lo que hace al caso.
Una dulce alegría, turbada por ligeros remordimientos, embarga su espíritu. Sin dejar de sentir infinita gratitud hacia Jaime, por no haberse indignado cuando le reveló el misterio de su corazón, lamenta no ser ya el único dueño de su querido secreto. Teme que una palabra, menos aún, una mirada, un gesto de Jaime, no sea una revelación para María Teresa. Y eso, Juan, no quiere que suceda.
El riachuelo, siempre variando, diferente siempre, salta sobre las rocas; en algunos puntos se extiende como tranquila laguna, turbada sólo por las gotas que caen por las grietas de la bóveda.
Mi tranquilidad se vio turbada un día por la visita de dos ingleses, Blair y Dawson, los cuales me contaron una historia extraña sobre el secreto que les había sido dado, pero al principio yo no quise creer que hubiera nada de cierto en este cuento del tesoro escondido. Sin embargo, investigamos, y después de una exploración muy larga, difícil y peligrosa, conseguimos descubrir la realidad.
Débil todavía y en estado nervioso, vese turbada al propio tiempo por esa tempestad interior. Interior, pero no oculta. El mar, el impertérrito mar, trae y descubre á la piel aquella agitación que no quisiera descubrirse á nadie, vendiéndola por medio de granitos, de ligeras eflorescencias.
Liette echó una mirada de amor a un niño blanco y sonrosado que se revolcaba en la alfombra, y dijo con acento profundo: Yo también tengo un hijo. Carlos abrió la ventana y paseó su mirada un poco turbada por los lugares en que se había desarrollado su infancia.
Mauricio acababa de arrojar un profundo suspiro y había abierto los ojos. Paseó enderredor una mirada turbada, se incorporó sobre el codo derecho y dijo con voz débil: ¡Ah! es usted, señora, la que me ha recogido, cuidado, salvado.... Usted no ha estado en peligro..., interrumpió secamente Clementina, como si no quisiera haber contraído tales méritos respecto del hijo de su enemigo. ¡No importa!
Ahora me explico su conducta.... Ya se ve ... ¡Oh! es preciso una educación fuerte. Pero, señoras ... yo ... ¿qué he dicho? ... yo balbució Clara muy turbada. Una mujer ... si se casa.... ¿Pero casarse es ofender á Dios? No, señora, no contestó la matrona: el matrimonio es cosa muy principal; sin matrimonio no habría mundo.
Palabra del Dia
Otros Mirando