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Actualizado: 13 de mayo de 2025
Sí; la amo con toda mi alma. ¿Y se lo ha dicho usted? No, ni se lo diré nunca. Se tranquilizó el padre Ambrosio. Yo había previsto desde hace mucho tiempo, me dijo, que usted acabaría por amarla, y me halagaba la esperanza de que mutuamente se harían ustedes felices. El amor en usted le vi yo nacer hace seis años y... pero a que soñar... Amparo no sería feliz con usted. ¿Ama acaso a otro?
Pero la señora parecía estar de buenas, domado, sin duda, el áspero carácter por la intensidad del sufrimiento. Benina se proponía, como siempre, acomodarse al son que le tocara la otra, y a poco de estar junto a ella, cambiadas las primeras frases, se tranquilizó. «¡Ay, señora, qué día! Yo estaba deshecha; pero no me dejaban, no me dejaban salir de aquella bendita casa.
Compadeció sobre todo a la duquesa que debía infaliblemente sucumbir a tantos golpes, y tomó sobre sí la tarea de anunciarle gradualmente la enfermedad y la muerte de Germana, aplicándose a fortificar el debilitado entendimiento del viejo duque. Se tranquilizó sobre las consecuencias de su loca generosidad: era evidente que el señor de Villanera no dejaría en la miseria a su suegro.
Al ver Juana la Larga la iluminación que en su casa había, y cuyo fin ignoraba, receló por un instante que se había excedido en beber vino y que a causa de aquel exceso veía tantas luces. Pronto la tranquilizó Juanita explicándoselo todo. Juana se puso más contenta que unas pascuas. No bien dieron las diez y media entraron casi a la vez todos los convidados.
Paulita, ante tanto entusiasmo por el pueblo natal, entusiasmo que no comprendía, ella que estaba acostumbrada á oir hablar mal de su país y hacer de vez en cuando coro, manifestó ciertos celos haciéndose como siempre la resentida. Pero Isagani la tranquilizó muy pronto. Sí, dijo, ¡yo le amaba sobre todas las cosas antes de conocerte!
Por dicha, yo me consuelo y tranquilizo con sospechar que, tanto en el sardanapaleo como en el lloriqueo, tanto en las culpas como en los castigos, hay abundancia de filfa y camelo. Ni se divierte uno tanto como dice, ni suele exclamar de corazón ¡qué tétrica es la vida! después de haberse divertido. En ambos extremos hay ponderación jactanciosa: pose y blague. Lo peor es el pesimismo.
El virrey no lo tomó a enojo, y mandó escribir debajo: Para dar gusto a antojos he mandado hasta España por anteojos. Respuesta que tranquilizó los ánimos, pues vieron los vecinos que su empeño estaba sujeto a la decisión del rey. Avilés consagraba gran parte de su tiempo a las prácticas religiosas. El pueblo lo pintaba con esta frase. En la oración hábil es y en gobierno inhábil es.
Aprovechando la ausencia de su marido, declarole Rosalía con tanto énfasis como sinceridad su apuro, y el bueno de Gonzalo la tranquilizó al momento. ¡Qué pronto volvieron las rosas, para hablar a lo poético, al demudado rostro de la dama!... Felizmente, Torres tenía en su poder una cantidad que era de Mompous y Bruil; pero sin cuidado ninguno podía dilatar la entrega un mes.
Cuando su hija le prometió con solemne promesa entrar en el claustro, y cuando después supo, de boca del P. Jacinto, y más tarde de los labios del mismo D. Fadrique, el rescate de Clara, si bien le rechazó y le juzgó inútil ya, se tranquilizó, creyendo su propósito cumplido en cualquier evento, y considerándose desligada del mundo; sin nada que hacer en él sino atormentarse, y sin razón alguna para desear, estimar y conservar la vida.
Lo malo estaba en que había escrito a ella suplicándole, para esa misma noche, la última entrevista en casa de Charito, contando con ir en seguida que Julio le pusiera al corriente de toda la verdad. Pero le tranquilizó la amarga evidencia de que Adriana no iría a casa de Charito.
Palabra del Dia
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