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Actualizado: 13 de mayo de 2025
Mientras Teresina estuvo en el despacho, el Magistral la siguió impaciente con la mirada, algo fruncido el entrecejo, como esperando que se fuera para seguir trabajando o meditando. Hasta que tuvo el café delante no recordó que él solía decir misa; que era un señor cura. ¿La tenía? ¿Había prometido decirla? No pudo resolver sus dudas. Pero la seguridad con que Teresa procedía le tranquilizó.
La cara del así vestido era casi negra, inmóvil, con espantosa y ancha boca y con colosales narices llenas de verrugas y en forma de pico de loro. Don Paco se tranquilizó, no obstante, al reconocer que aquello era una carátula de las que se ponen los judíos en las procesiones de Villalegre.
Pero el alcalde tranquilizó a todos diciendo que el prefecto le daba facultad para no entregar más que a los viciosos, y que no habiendo en el lugar más que uno, que era Pablo, ése sería condenado al servicio de las armas. E inmediatamente mandó aprehenderlo y entregarlo al oficial.
Este parecía, en efecto, abrigar intenciones perversas, porque el tío Frasquito percibía claramente del otro lado del tabique ruidos extraños que le desasosegaban, poniéndole nervioso; la puertecilla, sin embargo, no tenía rendija alguna traidora que diera paso a una mirada, y esto lo tranquilizó algún tanto.
Un rato hablaron, y como ella se mostrase recelosa de que el marido de la difunta fuese por allá y armara un escándalo, el farmacéutico la tranquilizó diciéndole: «No tema usted nada. Esta mañana hemos conseguido encerrarle.
Gracias, señor cura, gracias de todo corazón exclamé con un intenso acento de triunfo. Calma, calma... dijo el cura. Si su cerebro de usted se pone en ebullición, retiro el permiso... Una dulce sonrisa de Genoveva le tranquilizó. Y nos fuimos rápidamente a casa. Celestina tuvo mil trabajos para seguirnos a nuestro paso.
Nadie iba á traerle el pescado para el diario alimento, ni el agua necesaria, ni la leña para hacerle hervir el caldero. Lo único que le tranquilizó, dándole la seguridad de no morir de hambre, fué ver que no quedaba nadie en torno de él capaz de cortarle el paso. El destacamento de soldados que vivaqueaba antes entre el puerto y la playa había desaparecido.
Aprovechando una de las vueltas para pasar cerca de su hermana, le preguntó por lo bajo: ¿Está ahí mamá? Cecilia hizo un signo negativo, y se tranquilizó. La niña se cansó pronto de aquel espectáculo. Quiso ir de nuevo a ver el baile de los aldeanos. Desde allí, saltando otra vez a la carretera, entraron en la romería que quedaba del otro lado. Fué gran ventura para ellos.
Era ofenderle el suponer que si aquella especie de Barragán tuviera asomo de fundamento no le ofendería gravemente y no se arrojaría inmediatamente a poner remedio. Esta última observación impresionó un poco a Clara, si no la tranquilizó por completo. Tristán se levantó de la mesa, encendió un cigarro puro, jugó un momento con el niño y salió a la calle en la misma actitud que todas las noches.
Tía respondió Rafael , no hay cuento desgraciado, como el que lo cuente sea porfiado. Conque, don Federico, Santa María y Cabeza de Vaca se unieron como dos palomos. Muchas veces he oído decir que mi tía, que está aquí presente, lloró de placer y de ternura al ver tan bien concertada unión. Mi tío tranquilizó los recelos que hubiese podido inspirarle el nombre de su cara mitad sólo con verla.
Palabra del Dia
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