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Actualizado: 11 de junio de 2025
Un primer movimiento que nos hace ir detrás de toda atlota que no es fea; pero luego reflexiona uno, piensa lo que está bien y lo que está mal, lo que más le conviene, y acaba por no hacer tonterías. Usted habrá reflexionado, ¿verdad, señor?... Lo de la otra noche fue una broma, un capricho... Febrer movió la cabeza enérgicamente. No; ni broma ni capricho.
¡Hombre, bien! choque usted exclamó la de Frías, dando la mano a Ramoncito-. Es la única frase regular que le he oído en mi vida. Generalmente no dice usted más que tonterías. Muchas gracias. No hay de qué. Ya hemos leído la pregunta que usted hizo en el Ayuntamiento, Ramoncito dijo la señora de Calderón, mostrándose amable para desvirtuar la acusación de Pinedo. ¡Ps! cuatro palabrejas.
La que me las va a pagar todas juntas es esa indecente de Papitos gritó él, dando algunos pasos hacia la cocina. ¡Papitos!, está en la compra. ¡Pobre chica!... Ea, ya estamos hartas. A ver si nos dejas en paz. Le encargaremos a Ballester que te amarre... Niño, niño, se acabaron las tonterías.
El cariño de Chemed tiene algo de maternal. ¡Es tan buena conmigo! ¡Es tan alegre y chistosa! ¡Qué tonterías tan saladas se le ocurren! ¿Cómo no he de reírme al oírlas? ¿He de estar siempre llorando? No: no es menester llorar: no es menester negarse a todo consuelo, como una bestia feroz, para demostrar que es uno fiel y consecuente.
Sorprendida por mi brusca entrada en el salón donde ella estaba, me echó una mirada interrogadora. Abuela exclamé triunfante, es el cristianismo el que ha hecho las solteronas; así, pues... ¡Qué tonterías dices, hija mía! ¿Cómo quieres que el cristianismo haya hecho las solteronas?... Divinizando la virginidad. Ya ves que tú misma te contradices.
Para él se necesita una rica heredera, que dé alas a su ambición, y no una señorita pobre que le encadene y le sirva de rémora y estorbo. Créeme, Manuela; ya te lo he dicho mil veces: yo no me casaré nunca... ni quiero casarme. No hablemos de esas tonterías, ni en broma.
Había perdido, en ocho años de miseria, aquella elegancia que ennoblece hasta las tonterías de los hombres bien nacidos. Todos los placeres le eran permitidos y llegó hasta llevar a la cabecera de Germana el olor nauseabundo de la taberna. La duquesa temblaba ante la idea de dejar a aquel niño viejo en París, con más dinero del que se necesitaba para matar a diez hombres.
¿Qué había de hacer don Paco sino ufanarse, enternecerse, derretirse y perdonarlo todo al oír tan dulces y apasionadas frases en tan linda y fresca boca? No sabía, sin embargo, qué decir ni qué hacer, y, como generalmente ocurre en tales ocasiones, dijo no pocas tonterías.
Clara, llorando también, acudió a consolarle y después que partió se sintió indispuesta. Elena había logrado tener sus martes. Desde las cuatro recibía en su lindo boudoir a los amigos y amigas de más intimidad. Se charlaba, se reía, se tomaba te, se comían bastantes emparedados y se decían no pocas tonterías.
«¿Ves? decía Emilia, riendo . Te manda que trabajes y me ayudes a coser en la máquina. Este Miquis es lo más salado... ¡Y qué razón tiene! Ocuparte en algo es lo que más te conviene. Cuando se pone la atención en cualquiera labor, no hay medio de pensar tonterías».
Palabra del Dia
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