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Actualizado: 11 de julio de 2025
Al día siguiente, presento mi informe al joven, sin decir una sola palabra, naturalmente, sobre mis tonterías de la víspera. El me clava sus ojos negros, ardientes: No hablemos más de la cosa dice. Me lo esperaba. Ocho días después vuelve a tratar del asunto, como quien no quiere la cosa: Sin embargo, deberías ir otra vez a Krakowitz, tío. ¿Estás loco, muchacho? exclamo.
De modo que una vez que hubo adoptado esta desgraciada idea, creyó ciegamente todas las tonterías y todas las mentiras que Santiago tuvo a bien contarle. ¿Y el gitano? preguntó el capitán.
¡Ole, ole, D. Ramón! exclamé incorporándome de un salto y poniéndome los calcetines: vengan esas razones. Son tonterías de la juventud... cuestión de amores, contestó ruborizándose un poco. Pues cuente V. esas tonterías. Me muero por ellas: no lo puedo remediar, me gustan más esas cosas que la reforma de la ley Hipotecaria de que V. me habló ayer. ¡Al fin poeta!
Sacó fuerzas de flaqueza la heroica anciana, y con su espíritu muy turbado, su mente llena de presagios sombríos, empezó a despotricar como una taravilla, para que se embelesara la señora con unas cuantas chanzonetas y mil tonterías imaginadas, y pudiera coger el sueño.
Tónica estaba seria y decía con triste ingenuidad: Reconozco que si encontrase un hombre honrado, trabajador y humilde como yo, que quisiera admitir a mi desgraciada amiga, me tendría por muy feliz.... Pero en fin, hoy por hoy no hay que pensar en tonterías.
Recordaba el peligro en que se había visto de perecer destrozada bajo los cuernos de un toro. Luego, su almuerzo con un bandolero, al que había escuchado estupefacta de admiración, acabando por darle una flor. ¡Qué tonterías! ¡Y qué lejos lo veía ahora todo!
No sé.... Eso nadie lo sabe hasta que una vez en la noche, durmiendo en un pajar o caminando solo por un camino, se aparece el ángel que nos habla en nombre de Nuestro Señor. ¡Job, no digas tonterías!... Si te parece cambiaremos nuestras cruces.... Ofrece su bastón al leproso el viejo linajudo, y recoge del sendero el palo del mendigo.
No corráis.... Adiós. Miroles desde la portalada hasta que dieron vuelta a la tapia de la huerta. Después entró, porque tenía que hacer varias cosas; escribir una esquela a su hermano Manuel, ordeñar una vaca, podar un árbol y ver si había puesto la gallina pintada. Tonterías
«¿Está usted enojada conmigo por las tonterías que he dicho? ¿Se ha resentido usted?...». Isidora negó con la cabeza. «¡Ah! ¡Ya sé, ya sé!» exclamó él con regocijo, variando de pensamientos. Creyó penetrar entonces en la verdadera causa del dolor de su amiga. Había entendido que Isidora estaba mal de intereses.
Quedamos en que no volverás a las andadas ni me escribirás majaderías: no merecen otro nombre las cosas que dices. Mi padre podrá no dejarme casar contigo; pero, ¿casarme con otro? ¡Eso si que no! Lo que es de esto te responde tu Paz. Vamos, yo no entiendo esas sublimidades tuyas de sacrificios y tonterías. No he pensado, ni pienso, ni pensaré jamás en dejarte por nada de este mundo. ¿Lo sabes?
Palabra del Dia
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