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Y ya que andamos viajando por la antigua Grecia no abandonaremos este pais encantador, cuyos laureles nos quitan el sueño, sin haber hecho otra escursion por su historia. En una carta que nada tiene de geográfica, son permitidos estos paseos caprichosos, en que la imaginacion gusta estraviarse por los senderos floridos que se abren ante sus pasos, aunque ignore á donde van á parar.

Se dice que estudiais secretos que no estan permitidos a la curiosidad del hombre, y que os habeis puesto en comunicacion con los habitantes de las oscuras moradas, y con la multitud de espiritus malignos que se hallan errantes en el valle al que da sombra el arbol de la muerte.

Guzmán iba allí a lo que hemos visto, y nada más; y eso porque sentía en su alma cierto extraño apetito que no se calmaba sino con aquel sencillo manjar, que él pagaba, no siéndole permitidos mayores lujos, con los más caros y caprichosos juguetes que hallaba en Madrid o en cualquiera parte del mundo por donde anduviera.

Cuando iba a tomar gusto por los placeres prohibidos, es él quien me ha vuelto al de los placeres permitidos... Y si su mujer no es hoy una mujer mundana, es quizá a él a quien lo debe usted... y quiere usted matarle, ¿es eso justo y honorable? Diga. Justo o no, haré lo que pueda; se lo prometo; vamos, déjeme.

Siguió sorda y lentamente bullendo en los ánimos de los descontentos durante el año 1829, y arraigándose mas profundamente toda vez que el peso del poder no le permitia salir á la superficie; pero como el momento señalado para la instalacion del Congreso se acercase, publicó Bolívar un manifiesto en que autorizaba á los pueblos para que pudiesen emitir libremente su dictamen, ya por medio de la imprenta, ya por otro cualquiera de los permitidos por la ley.

Había perdido, en ocho años de miseria, aquella elegancia que ennoblece hasta las tonterías de los hombres bien nacidos. Todos los placeres le eran permitidos y llegó hasta llevar a la cabecera de Germana el olor nauseabundo de la taberna. La duquesa temblaba ante la idea de dejar a aquel niño viejo en París, con más dinero del que se necesitaba para matar a diez hombres.

Dejemos nosotros en paz á los señores Sarapamón y Dioscórides, ya que no es posible que devuelvan de lo sustraído ni una lenteja, y procedamos cronológicamente en este rápido recuento. Las conjeturas y los ensueños, no sólo deben de estar permitidos, sino que suelen ser muy divertidos.

Pretender los cargos públicos les era vedado: las alas para comerciar libremente les fueron cortadas: los llevaron por fuerza á una religion, no conforme á la que aprendieron en su niñez: prohibiéronles la abstinencia de manjares, no permitidos por sus leyes hasta entonces, i ya repugnados por la falta de costumbre.

Tomasito, al que se suponía en necesidad permanente de reposo, no debía ser estorbado por ruidos molestosos, así es que la gritería y los aullidos tan connaturales a los habitantes del campamento, no fueron permitidos al alcance del oído de la casa de Edmundo.

Habían dado los primeros pasos hacía la gloria bailando el cake-walk en los salones, hace muchos años, ¡muchos! cinco ó seis cuando menos, en la época remota que la humanidad gustaba aún de tales vejeces. Después apadrinaron la «danza del oso», el tango, la machicha y la furlana. Su inconsciente regocijo, al ir más allá de los límites permitidos, escandalizaba á las señoras viejas.