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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Si decis que este ser es único, ó que no hay otro de su clase, convenimos con vosotros; solo os advertiremos que tomais el nombre de substancia en un sentido impropio. Pero en el fondo la diferencia estará en el nombre; y para entendernos perfectamente, solo nos será necesario saber que por substancia entendeis un ser absolutamente necesario, y por tanto absolutamente independiente.
No se trata de la imaginación, señor cura, sino del corazón, puesto que amo. ¡Oh tan joven, tan niña! ¿Qué tiene que ver eso? Os repito que me muero de amor por el señor de Couprat. ¡Ah! ¿conque es él? ¿Qué me tomáis por una veleta, mi cura? Pero, Reinita, en vez de morir, sería mejor que te casaras con él. Eso sería lógico, querido cura, muy lógico; pero por desgracia, no le gusto.
¿Ha graznado á vuestra oreja? pues mal agüero, hija; si supiera esto su excelencia, juntamente con que yo... Vos os tomáis licencia para todo; en cuanto á ese Cornejo, conózcole por haberme hablado de él mis compañeras. Señor Juan Montiño dijo Quevedo con voz campanuda : necesito hablar con vos á solas. Muchas gracias por la manera de echarnos, don Francisco dijo Dorotea.
Pierio dice que á lo menos se llamarán tragicomedias . He aquí ahora cómo contesta á esta observación: «Si otra vez tomáis en la boca este nombre, me enojaré mucho. Digo que no hay en el mundo tragicomedia, y si el Amphitrion de Plauto se ha intitulado así, creed que es título impuesto inconsideradamente. ¿Vos no sabéis que son contrarios los fines de la tragedia y la comedia?
Cada cual tiene sus costumbres, como vos las tenéis en meteros en lo que no os va ni os viene. Perdonad, yo creí que un hombre que se ha ofrecido á serviros de testigo... ¿Y qué falta me hacen á mí testigos para mis asuntos? ¡Ah! Pues os digo que si lo tomáis así, vais á tener mil camorras todos los días, si no es que á la primera os escarmientan. Os suplico que me dejéis en paz.
Sí repitió con acento apasionado , amo á una diosa humana, con toda mi alma, con todo mi corazón... y esa divinidad... ¡sois vos! ¡Yo! ¡imposible! Recordad que me turbé al veros. Eso nada prueba. Prueba que me habéis matado. Pero... caballero... dijo pálida y grave la Dorotea , creo que me tomáis por entretenimiento. ¿Me ofendéis...? Porque temo ser ofendida. ¿Qué encontráis de extraño...?
Ni siquiera se ha dignado, decia, de atarme esta malhadada liga, que no quiero que me vuelva á servir, ¡Ha, ha! dixo la afortunada á la envidiosa, las mismas ligas llevais que la reyna: ¿las tomais en la misma tienda? Sumióse en sus ideas la envidiosa, no respondió, y se fué á consultar con el envidioso su marido.
Sus ojos amorosos se fijaban en las cincuenta princesas mediterráneas, las Nereidas, que tomaban sus nombres de los colores y aspectos de las olas: la Glauca, la Verde, la Rápida, la Melosa... «Ninfas de los verdes abismos, de rostros frescos como el botón de rosa; vírgenes aromáticas que tomáis las formas de todos los monstruos que nutre el mar», cantaba el himno orfeico en la ribera griega.
Vuestros esfuerzos son impotentes; mas allá del último cielo, hay los abismos de un espacio sin fin; mas allá del principio de las cosas, hay una cadena de siglos interminable. Quereis mover el espacio; pero en vano; lo que haceis es moveros en él, recorrer sus diferentes partes. Los puntos son fijos; con respecto á ellos, tomais distancias, direcciones, mas ellos no se alteran.
Y sabed, tía Zarandaja, que esta buena hacienda que tomáis, nada tiene que ver con lo que haya de pagarse a los bravos que con don Baltasar de Peralta, para resguardarle y asegurarle el golpe, hayan de entrar casa de la hermosa viuda; ni tampoco lo que haya de darse a los que con una silla de mano esperarán en mi corral para meter en ella a doña Guiomar, tapada la boca y atada; y porque vos busquéis a esa buena gente, que vos tenéis más conocimientos que yo, que no conozco más que pelones y personas de nonada, muy buenos para bravear de lengua y sin valor alguno para llegar a los hechos, estas riquezas os doy; que bien sé yo que una docena de hombres de alma y puños que se necesitan, los encontraréis vos a medio rodeo; y contando ya con que los buscaréis, porque veo que os vais guardando estos bendecidos doblones, os digo que no andéis escasa en prometerles, y con lo que pidieren por su pena y el peligro en que van a ponerse, a mi casa andad y se os dará lo que fuere menester; y no reposemos, que las noches son cortas, y las doce se echan encima en seguida.
Palabra del Dia
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