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Actualizado: 25 de julio de 2025


Al día siguiente, tempranito, trancó la bodega, después de encerrar en ella la ejecutoria y algunas escrituras; colgó la llave, por el anillo, de un tirante de su pantalón, puesta ya su mejor ropa, guardó en un pañuelo un par de camisas de estopilla, y pendiente este lío de un garrote de acebo chamuscado que se echó al hombro, partió hacia el camino real á esperar la primera diligencia que pasara con dirección á Madrid.

Por la presilla lo fijó en su cuerpo Y por la argolla se lo dió á su amigo Quien se admiraba hallar un enemigo En el hermano que le diera Dios; Pero impulsado por feroz orgullo Asió del lazo en la siniestra mano, Y á gran galope atravesando el llano Tirante el lazo entre los dos quedó.

Existen en esta época de la fiebre algunos síntomas característicos que pueden conducir al uso de acónito, como la sequedad y el ardor de la lengua y de la boca que disten de la fuliginosidad, las exacerbaciones nocturnas, el sudor en las partes cubiertas, sensacion á veces de frio interno, al que sucede otra sensacion de calor vivo; la sequedad de las membranas mucosas es muy pronunciada, las orinas sedimentosas, sed ardiente, pulso tirante y algunas veces pequeño y frecuente.

Tenía, además, la epidermis tirante y barnizada, como una vejiga de manteca, y poseía una perilla color de trigo, esmeradamente construída, desde donde se alzaba la blanquecina barbeta, como un huevo en una huevera de latón dorado. Ojillos galos, rabelesianos, azules y alegres, que delataban al deleitante de la mesa y del lecho.

La region hepática está con frecuencia timpanizada, tirante, caliente; el enfermo esperimenta dolores agudos, incomodidades, angustias, y la cabeza misma no está exenta de síntomas congestivos con sensacion de una barra ó peso en la base del cráneo. § III. Efectos terapéuticos.

A ver, señor de Llopis, levántese usted. Y el «señor de Llopis», un granuja de siete años, con el pantalón á media pierna sostenido por un tirante, echábase del banco abajo y se cuadraba ante el maestro, mirando de reojo la temible caña. Hace un rato que veo á usted hurgándose las narices y haciendo pelotillas. Vicio feo, señor de Llopis; crea usted á su maestro.

Un tirante amarillo cruza el pecho del rapaz con la prosapia de una banda, y sujeta el calzón de pana, que no llega a los zuecos. En una mano sostiene el gorro catalán, que aún tocaba su cabeza al parecer en la antesala, y en la otra estruja una rana viva. ¡Santas y buenas noches! Saluda, Floriano. EL NI

Y don Pablo, que no tenía calzones para hacerse respetar, contestaba que eso era muy natural: la juventud necesita expansión, soltura; si se le cierra la puerta, se escapa por la ventana, o por el tejado, el cañón de la chimenea o el ojo de la llave; la cuerda que se ha mantenido tirante al joven, el viejo se encarga de aflojarla más tarde, y es peor, muchísimo peor.

Se hundía, se hundía en un agujero negro, acompañado por la melodía tenue, que se iba adelgazando lo mismo que un hilo cada vez más tirante, hasta romperse y ser devorada por el silencio. De pronto volvió a la vida al sentir una mano en un hombro. Abrió los ojos, y vio al doctor Zurita de pie ante él, con un puro en la boca sonriéndole. Levántese, amigo y tome uno de hoja.

Es mucha, mucha mujer esa dijo una voz junto á Juan Montiño , y no me extraña que la améis. Volvióse el joven, y vió junto á á Ginés Saltillo. ¿Quién os ha dicho que yo amo ó dejo de amar á esa señora? Y, sobre todo, ¿os importa á vos? dijo el joven, que estaba resuelto á sostener la cuerda tirante hasta que saltase. Tenéis una manera de contestar... dijo contrariado el alférez.

Palabra del Dia

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