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Actualizado: 1 de junio de 2025


Allá abajo, entre humo, en una capa de aire viciada por innumerables respiraciones, algo blanquecino indica una gran ciudad. Casas, palacios, altas torres, cúpulas se funden en el mismo color enmohecido y sucio, que contrasta con las tintas más claras de las campiñas vecinas.

Faltaba el lazo que nos unía. Entre aquel río, aquella Torre del Oro, aquellos bosques de naranjos, aquel horizonte diáfano de tintas brillantes y yo, no había nada ya de común. No era frente a estas cosas más que un curioso, un touriste, como ahora se dice; pero no tardaría en partir, acaso para siempre. ¡Partir!, ¡ay! No se rían ustedes.

¿Es usted de Reus? exclamaba en la oficina al contestar a un transeúnte . Pues el Estado catalán ha pactado con el de Castilla. Vamos a beber unas tintas, como buenos ciudadanos confederados. Las comidas del domingo en casa del Mosco eran tranquilas y plácidas. Feliciana, la hija, del cazador, servía la mesa o permanecía inmóvil junto a la pared, con los ojos fijos en Maltrana.

Las tintas, muy diluidas, apenas manchan la superficie que cubren; las pinceladas, ya se marcan creando al mismo tiempo forma y color, ya se desvanecen estableciendo términos, sombras y distancias; por más que se mira aquel lienzo, no hay manera de darse cuenta exacta de cómo esta pintado, y, sin embargo, los ojos no pueden desear más verdad.

Bien está que se diga: El primer día que os vi tan mortal fue mi ferida que en veros quedé sin vida y el vivir se vio sin . Y todavía me parece mejor, más alambicado y más agudo, aquello otro que con tintas variantes suele repetirse: Morir a vivir prefiero; y de tu beldad cautivo, o no vivo porque vivo o muero porque no muero. No creas que no me deleitan estas y otras coplas parecidas.

El sol extendía ya por el firmamento sus dorados rayos; elevose dulcemente, y con inefable amor pintó de rosadas tintas los lejanos picachos. Y el albor de Navidad acarició tan tiernamente a Bar Sansón, que la montaña entera, como sorprendida en una acción generosa, se sonrojó hasta las nubes. Agitábase en conmoción Campo Rodrigo.

Y como él prefería ser ciudadano, siguió usando sus trajes civiles, una indumentaria soñada sin duda en sus tiempos de pobreza como algo magnífico y quimérico: trajes de paño azul celeste ó verde esmeralda, corbatas y pañuelos con las tintas del arco iris, productos de fábricas misteriosas de Inglaterra ó los Estados Unidos, cuya existencia ignora el común de los mortales y que parecen trabajar únicamente para la elegancia masculina de los trópicos.

Al terminar el peinado comenzó el arreglo del rostro. ¡Oh estupideces de la moda! A las dos incomodábalas su color pálido de arroz, aquel color puramente valenciano que hace recordar las delicadas tintas de la camelia.

Al subir la cuesta de San Hilario, sus ojos se fijaban en el mar, sereno y franjeado de tintas de ópalo, mientras pensaba en que iba a ganar bastante desde el primer día, en que casi no tendría aprendizaje, porque al fin los puros la conocían, su madre le había enseñado a envolverlos, poseía los heredados chismes del oficio, y no le arredraba la tarea.

Sin las rojizas nubes de occidente ¿Cómo dar vida á tus purpúreos labios, Que hacen borrar del mundo las agravios Cuando al hablar se entreabren dulcemente? ¡Oh, jamas! del artista la paleta Esas tintas tendrá para pintarte! Y si alguno pudiera retratarte Seria en su entusiasmo algun poeta!

Palabra del Dia

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