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Actualizado: 24 de julio de 2025
No lo podía evitar: tenía esa vanidad madrileña que pretende cubrir con perifollos de seda la falta de ropa blanca, y que prefiere el adorno de la sala al cuidado de la alcoba. Pepe participó también, en cierto modo, de ese sentimiento que tiende a ocultar al prójimo la propia miseria.
Las alas tiende y sube hasta los cielos, Cual si fueras á traer á tus hijuelos El alimento que la vida dá; Y mientras bajas desde el alta esfera Nuestra voz de Setiembre á la bandera Con himno popular saludará.
Acaso alzando la nevada frente, límpida y tersa como manso lago, la mirada fugaz por la corriente tiende en redor con incitante halago! ¡Todo es hermoso, todo! El sol, las flores, el cristalino mar, la fresca brisa, de la estrella los vívidos fulgores, de la náyade bella la sonrisa.
Muchas podrían más bien llamarse epopeyas dramáticas; otras, al contrario, y entre ellas la mayor parte de las obras de los mejores poetas, ofrecen esa unidad absoluta en el orden en que se suceden las escenas, ese desenvolvimiento de la acción, que tiende necesariamente á un fin determinado, indispensable á la existencia del verdadero drama.
Nadie como él me parece, entre los modernos, dueño de ese arte de «enseñar con gracia», que Anatole France considera divino. Nadie ha acertado como él a hermanar, con la ironía, la piedad. Aun en el rigor del análisis, sabe poner la unción del sacerdote. Aun cuando enseña a dudar, su suavidad exquisita tiende una onda balsámica sobre la duda.
Libre se ve Ismail por su bravura cuando creyó su perdicion ya cierta, y los brazos le tiende, y en un punto contra su bravo corazon le estrecha. ¡Pide dícele al fin cuanto quisieres, que por mucho que pidas, recompensa pareceráme poco cuanta darte mi potestad y mi cariño puedan!
El trabajo que todo hombre prosigue con asiduidad, tiende, de ese modo, a volverse un fin por sí mismo, haciéndole salvar de este modo los vacíos sin atractivos de su existencia. La mano de Silas se complacía en manejar la lanzadera, y sus ojos se distraían al ver los pequeños cuadros del tejido completarse bajo sus esfuerzos.
Don Rodrigo, el pretendiente despreciado por Inés, intenta vengarse de su rival; en una corrida de toros sálvale Don Alfonso la vida; pero este sentimiento de gratitud, que le debe en remuneración de su servicio, acrece aún más su ira; espíalo, pues, y saliendo de su emboscada, lo tiende muerto á sus pies.
Al paso que hoy caminamos, dentro de pocos años la industria habrá invadido completamente estos pacíficos solares, y entonces ya no habrá tipos. La civilización moderna tiende á este fin, sin duda alguna. Los pueblos ilustrados ya no tienen costumbres propias. Los de la Montaña, cuando acaben de ilustrarse, no han de ser menos que ellos. En ese día alcanzará algún éxito este libro.
Se encoge de hombros con expresión desdeñosa, tiende otra vez la mano a su amigo y se aleja haciendo sonar las espuelas. Tres minutos más de camino y llega al extremo de la aldea. Allá abajo está la iglesia, un poco desmoronada la pobre vieja.
Palabra del Dia
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