Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 6 de junio de 2025
Cecilia retiraba la suya prontamente. Una leve nube sombría cruzaba rápidamente por su risueño semblante. Gonzalo no advertía nada. Cuando ya estaban acostadas, escuchaban sonriendo las inocentes oraciones que tiita hacía repetir a Cecilia. Paulina aun no sabía elevar su entendimiento al Ser Supremo, y hasta se rebelaba para hacer la señal de la cruz.
Después dio comienzo a unas seguidillas. ¡Cállese usted, hombre, que no puedo oír eso sin que se me alegren los pies! exclamó la hermana haciendo un gesto expresivo. ¿Baila usted? preguntó Suárez. En otro tiempo... ¿Te acuerdas, primita, cuánto hemos bailado en tu casa? ¡Qué jaquecas hemos dado a la pobre tiita! ¿Quién se acuerda de eso? dijo la hermana María de la Luz ruborizándose.
Esta, miró a su vez al sobrino, y el semblante se le anubló, de pronto... Vamos, pues, ¿qué dices? ¡Que la quiero a usted mucho tiíta de mi alma, y que sufro de veras por la pena que la estoy causando! La abrazó repetidas veces, con efusión. Déjame, no me aprietes tanto... ¿De modo que... eso no te alcanza? ¡Habla, habla!
Porque usted no conoce a Susana, tía; es un ángel, y allí donde ella pone la planta, hay que poner los labios... Y todo lo he perdido, ¿ve usted? ¡Ay, tiíta Silda, me considero tan desgraciado, que si no fuera una blasfemia, diría que odio a mi padre, por haberme traído al mundo, sin que yo se lo pidiera!... Si aquí no había de hallar más que penas y miserias, ¿a qué me han dado la vida?
Esto es todo lo que acepto de usted, tiíta; dígame, ahora, cuanto se le ocurra: todo lo merezco, hasta que me arrojen a puntapiés a la calle, porque soy muy culpable, más de lo que usted cree, quizá... No sé, yo quería ser rico, pronto, pronto, y no pasar la vida trabajando, para comer pan negro de viejo, como sucede casi siempre... ¡Luego, mi amor por Susana! yo me decía: Si me hago millonario, ni los Esteven se opondrán, ni en casa me harán la guerra: el rico es libre y el dinero todo lo allana.
Si te digo que tengo un medio, infalible no, infalible no, pero... es muy probable... veremos; quiero que te tranquilices, hijo mío. Es usted muy buena, tiíta Silda, pero, verá usted como todos los medios serán inútiles... ¿Qué sabes? déjame a mí, que yo sé lo que me digo. Hasta sonreía la infeliz señora, ansiosa de calmarle, de inspirarle valor y confianza. Pero, tú me has de ayudar, ¿eh?
No, tía, no dijo Quilito arrojándose en la cama de nuevo, no se empeñe usted... ¡es inútil, es imposible! ¡Cuánto le agradezco todo, tiíta de mi alma! No seas bobo; desesperarse así no es cosa de hombres; ya verás, poco importa que no me digas la suma redonda... yo te he de traer lo suficiente.
Pronto iba a cumplir veinte años: pues antes, mucho antes de cumplirlos, sería rico o por lo menos estaría en vía de serlo. Y entonces... ¡No le digo a usted nada, tiíta, no le digo nada!
¿Por qué? dijo asustado el joven. Porque he visto, he visto, ¿entiendes? a la señora Casilda entrar... repito que lo he visto... en casa de Esteven. ¡Tiíta Silda en casa de Esteven! exclamó Quilito, tan sorprendido que dió un salto y casi fué a dar de bruces en la hoguera.
Fulano, zutano y mengano habían hecho lo mismo, y no se les ocurrió tomar billete para el otro mundo con un pistoletazo; al contrario, ahí andaban tan frescos... Mejor era volver a casa, y ver si tiíta Silda consiguió algo, ¿no dijo que iba a vender la finca? pues con eso había de sobra para arrancar el pagaré del poder de don Raimundo... Eso es, y luego echarse panza arriba, para que los dos viejos, arruinados, le dieran de comer, y le vistieran y le costearan sus lujos, como antes, y meterse de nuevo en la Bolsa, ávido de desquite, para hundirse más en el pantano.
Palabra del Dia
Otros Mirando