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Actualizado: 13 de julio de 2025


De todos modos, el irte ahora es dar una campanada inútilmente. Tienes que buscar casa donde pasar la noche, y la hora no es á propósito para eso... Quédate á dormir, y mañana será otro día. Y si sigues plantada te puedes ir adonde mejor te parezca. No puede ser repuso con sosiego y firmeza la joven. Vamos, Soledad, no seas chiquilla. Debes comprender que no hay razón para esa terquedad.

Rosas desciende de una familia perseguida por goda durante la revolución de la Independencia. Su educación doméstica se resiente de la dureza y terquedad de las antiguas costumbres señoriales.

Sin esperanzas de que llegasen en su socorro fuerzas de la Península, ni de que en el país hubiese una reacción en favor del sistema colonial, viendo a sus compañeros desaparecer día a día, diezmados por el escorbuto y por las balas republicanas, no por eso desmayó un instante la indomable terquedad del castellano del Callao.

Pero él se irguió, y en tono de amargo reproche, replicó: Seré muy desgraciado entonces, pero la causa de mi desgracia serán ustedes, con su terquedad ridícula y su odio injustificado. ¿Qué te parece? mira que Pablo Aquiles tiene una paciencia de santo, pero al oír aquello no se pudo contener, y eso que le aguanta cosas al muchacho, que parece mentira.

Estos últimos presentan en su terquedad una observacion al parecer necesaria, sobre poner coto, ò término

Erigido en sistema tan saludable precepto, es preciso confesar que desde su juventud fue un modelo de consecuencia. El duque por su parte lo fue igualmente toda la vida de noble terquedad. El matrimonio de Araceli no adelantaba pues un paso, pero sus amores iban a galope.

Sólo hago constar un hecho. Eres terca, caprichosa y un poco egoistilla; pero así y todo no mereces que te hagan desgraciada. Con todos esos defectos te haces, sin embargo, querer. ¿Sabes por qué?... Por la inocencia... Eres una niña. Tu terquedad, tus caprichos y hasta tu egoísmo, en vez de inspirar repugnancia, hacen sonreir.

Cosas tan tremendas como desconocidas para él hasta entonces, la venganza, la protesta, la rebelión, la terquedad de no reconocerse culpable, penetraron en su alma. Por breve tiempo la ocupaba el miedo, y lágrimas de fuego escaldaban sus mejillas; pero pronto la ganó por entero el instinto de defensa.

«Decididamente optaré por el canelo con combinación níquel, por el azul de ultramar y por el negro con combinación de brochado, oro y cardenal... En los sombreros no determino nada hasta no enterarme bien. ¡Ay Jesús!, lo primero que tengo que hacer es tomar un profesor de francés... Supongamos que cuando menos se piensa, mañana, o la semana que entra, o el mes que entra, gano el pleito; bien porque lo gano, bien porque la marquesa se cansa, reconoce su terquedad, y cede y me llama y me dice... Hace días que me estoy figurando esto y nada tendría de particular que lo que pienso resultase verdad.

Ojeda repelió con terquedad estas invitaciones al «gran poeta» para que recitase algunas de sus obras.

Palabra del Dia

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