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Actualizado: 13 de julio de 2025


El siñó Pep, tan absoluto en sus ideas, deteníase antes de tomar una resolución, rascándose la frente con gesto de duda mientras decía en voz baja: «Esto habrá que consultarlo con la atlota». El mismo Capellanet, que había heredado la terquedad paternal, desistía fácilmente de sus intentos de protesta con sólo una palabra de la hermana, una insinuación de su boca sonriente, de su voz dulce.

Y como no hay cancilleres ni diplomáticos en esta guerra, oculta entre cuatro paredes, es ella insoluble, mientras uno de los contendientes no se rinda a discreción. Corresponde a la mujer rendirse, con razón y todo. No es voto sospechoso el voto de una mujer. El amor propio, la terquedad, el hincapié, la persistencia testaruda, son condiciones que no favorecen a nuestro sexo.

Yo estaba deseando llegar a un lugar cualquiera en donde se separaran Ugarte y Allen. Al encontrarse ambos fuera de peligro, se despertó entre ellos un odio feroz. Todo cuanto uno decía le parecía mal otro. Yo intentaba apaciguarlos, pero no era fácil siempre, dada la terquedad del irlandés y la irritabilidad de mi paisano. Luchamos con vientos fuertes durante tres días.

Rafael se irritó ante la terquedad de aquella mujer. ¡Si no fuese por su miedo a que le indispusiera con el amo, haciéndole perder el puesto en el cortijo, que era la esperanza de él y su novia!... Ella seguía insultándolo, pero menos iracunda, como si la embriaguez la privase de movimiento y su deseo no pudiera exteriorizarse más que con palabras.

A fuerza de gestiones mi embajador clérigo consiguió ver en secreto a Juan Maury y exponerle el objeto de su embajada; pero Juan Maury, lleno de desconfianza, le despidió sin hacerle caso. Todavía, con humillante terquedad, persistí yo en mis ruegos y escribí varias cartas a mi antiguo y descastado amante.

Lleno de terquedad, no volvió a su pueblo; se fue primero a probar fortuna en tierras extrañas, viajando a diestro y siniestro por montes y por valles. Y después, al cabo de tres semanas, reconociendo que, a pesar de la presencia de la hija del molinero de Lehnort, la vida era mil veces más bella en el molino de Felshammer que en cualquier otra parte, emprendió alegremente el camino a su pueblo.

Oliéndole el aliento, rompió en exclamaciones de asco y horror: «Quita, quítate allá, borracha. Apestas a aguardiente. No lo he catado, señora; me lo puede creer». Insistía Doña Paca, que en aquellas crisis convertía en realidades sus sospechas, y con su terquedad forjaba su convicción. «Me lo puede creer repitió Benina . No he tomado más que un vasito de vino con que me obsequió el Sr. de Ponte.

Porque es cierto que una volundad firme y constante, ya por sola, y prescindiendo de las otras cualidades de quien la posea, ejerce poderoso ascendiente sobre los ánimos, y los sojuzga y avasalla. La terquedad es sin duda un mal gravísimo, porque nos lleva á desechar los consejos ajenos, aferrándonos en nuestro dictámen y resolucion, contra las consideraciones de prudencia y justicia.

No pretendo con esto introducir la terquedad y obstinacion en no creer estas cosas que pertenecen á revelaciones especiales, como hacen algunos: intento solo descubrir la verdad, y deseo que se hagan los hombres á exercitar la razon; y siempre tendré por prudencia desconfiar de las relaciones de muchas personas devotas concernientes á este asunto; y exâminarlas con toda la diligencia posible para evitar el error; porque algunas de estas revelaciones, ó mejor imaginaciones, son á la verdad inocentes, esto es, no incluyen cosa opuesta á los sagrados dogmas, ni disciplina de la Iglesia; pero hay otras llenas de peligro, y no fuera difícil mostrarlas en algunos libros donde se hallan impresas.

Estaba viendo el terror escondido debajo del orgullo y asomando la cabeza; pero el orgullo, o, mejor, la terquedad, no le dejaba salir. No sentía miedo, sino dolor, un dolor inexplicable en el pensamiento, una sensación rara de no dormir nunca, de no reposar jamás, de un alerta eterno. Detrás del punto negro que tenía delante y que ya estaba cerca, veía seguro y claro un triunfo resonante.

Palabra del Dia

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