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Actualizado: 8 de julio de 2025
Godfrey había vuelto con el calzado. Al oír los gritos de la niña su corazón se oprimió, como si alguna fibra íntima se hubiera tendido con fuerza. Voy a ir dijo precipitadamente, impaciente por moverse un poco , voy a ir a buscar esa mujer, a la señora Winthrop. ¡Oh! ¡bah! mandad a otra persona dijo el tío Kimble, que se apresuró a salir con Marner.
Y don José Antonio de Areche, del Consejo de Indias y caballero de la distinguida orden de Carlos III, no tardó en presentarse ante su rey, y disertar con él largo y tendido sobre los atrenzos del real tesoro. Y por consecuencia de la plática entre señor y vasallo, nos cayó como llovido por estos reinos del Perú, en 1777 y con el título de Visitador general, un culebrón de los finos.
He visto a cuatro alemanes que asían a Dubreuil, el gordo, amigo de los aliados; le han tendido en el banco de piedra que hay a la puerta de su casa, y uno de aquéllos, un hombre alto y delgado, le ha dado no sé cuántos estacazos en las costillas. ¡Je, je, je! ¡Cómo gritaría el muy bribón! Apuesto a que ha negado algo a sus excelentes amigos; por ejemplo, el vino que tiene del año once.
¿Adónde, Sancho? -replicó don Quijote-; vuelve los ojos y mira, y verás allí tendido un andante caballero, que, a lo que a mí se me trasluce, no debe de estar demasiadamente alegre, porque le vi arrojar del caballo y tenderse en el suelo con algunas muestras de despecho, y al caer le crujieron las armas. -Pues ¿en qué halla vuesa merced -dijo Sancho- que ésta sea aventura?
Porque eso son los tontos, personas que no tienen misión alguna». Fortunata no tenía criada. Decía que ella se bastaba y se sobraba para todos los quehaceres de casa tan reducida. Muchas tardes, mientras estaba en la cocina, Maximiliano estudiaba sus lecciones, tendido en el sofá de la sala.
Y, estando todos así suspensos, vieron entrar por el jardín adelante dos hombres vestidos de luto, tan luego y tendido que les arrastraba por el suelo; éstos venían tocando dos grandes tambores, asimismo cubiertos de negro. A su lado venía el pífaro, negro y pizmiento como los demás.
Una hora larga tardó la justicia en acudir para reconocer y levantar el cadáver; hallábase este atravesado en la acera, tendido sobre el lado derecho, descansando la cabeza contra el zócalo del pabellón del ministerio de la Guerra, debajo de la segunda ventana.
Mientras hablaba el hermano, el doctor, mirando el monigote de cera, tendido en la colchoneta, pensaba en el hombre sombrío, en el vasco de carácter complicado, que llenó el mundo con su nombre, siendo cada período de su vida una contradicción violenta. Primero, el soldado presuntuoso y elegante, martirizando y amputando su cuerpo por parecer bello, y perder la rudeza propia de su país.
Su débil claridad apenas iluminaba los pies del Santo Cristo próximo, y el blanco cuerpo de un obispo de mármol que, tendido en su mausoleo, parecía como que á ratos abría la boca para bostezar.
En que se sabe lo que fue de Cervantes. Llegado había nuestro Miguel más muerto que vivo, amparado por la soledad de las calles y lo tenebroso de la noche, a la puerta de la casa de su amigo Carrascosa, y apenas si había tenido fuerzas para llamar a ella; que cuando la amiga del bachiller, a medio vestir, y no con gran empacho, bajó y abrió la puerta, encontrósele en el umbral poco menos que tendido y punto menos que desmayado.
Palabra del Dia
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