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Actualizado: 3 de mayo de 2025
El Capitán no parecía estar muy seguro de la aparente tranquilidad que reinaba en aquellas playas, y de cuando en cuando escuchaba con atención, como si quisiera percibir algún otro rumor que el de las olas al estrellarse en los escollos. La misma tripulación china parecía inquieta y miraba con desconfianza hacia la costa, como si temiese algún grave peligro.
La señora pareció comprender toda la profunda amargura que encerraba aquel sencillo lamento. Saltáronsele las lágrimas, y mientras con una mano acariciaba la rubia cabeza del niño, apretaba con la otra contra su seno la de su hijo, como si temiese que pudiera faltarle alguna vez aquel blando regazo.
Manejaba con torpeza la cerrada sombrilla, y de vez en cuando miraba con ansiedad la doble cadena de oro que descendía del cuello a la cintura, como si temiese la desaparición de un regalo largamente solicitado. Rafael dejó de examinarla para fijarse en su señora.
Se acercaba todos los días con timidez, cual si la viese por vez primera y temiese ser rechazado; la besaba con adoración y recogimiento como una joya frágil que pudiera romperse bajo sus caricias. ¡Pobre Selivestroff! Era el único amante cuyo recuerdo conmovía a Leonora.
Algunos días después notó Isidro que el señor Vicente retardaba sus salidas matinales, o volvía a casa muy temprano, como buscando una ocasión para hablar con él. Le miraba por la puerta entreabierta, al pasear por su biblioteca mascullando oraciones; pero no osaba pasar adelante, como si temiese abordarle en presencia de Feli.
María de la Luz se hizo atrás con un gesto de protesta, como si temiese el avance de aquella boca, que suplicaba entre los hierros. ¡No me quieres! exclamó. ¡Si me quisieras, no me pedirías esas cosas! Y ocultó su cabeza entre las manos, como si fuese a llorar. Rafael metió un brazo por los hierros y de un suave tirón separó los dedos entrecruzados que le ocultaban los ojos de su novia.
En su marcha cautelosa, torcía el rostro hacia el lado del mar, bajando los ojos como si temiese ser visto.
Ello es que en los lugares más agrestes, Clara no se apartaba del lado de D. Fadrique, como si temiese que saliese una fiera á devorarla y buscase en él su amparo y defensa. ¿Quién sabe lo que pasaba en aquellos instantes en el alma del Comendador?
Se interrumpió doña Zobeida, mirando con timidez a Maltrana, como si temiese ofenderlo con sus aclaraciones. Usted que sabe tanto habrá comprendido que este alférez era un gran personaje, y que le llamaban así no porque fuese de milicia, sino porque siempre que había nacimiento o casamiento de reyes, él era el que sacaba el pendón del monarca como alférez real y daba el primer viva.
No estaba con ella; pero la tía gozaba cierto bienestar, pues disfrutaba de una renta vitalicia que alcanzaba a cien luises. ¿De dónde procedía esa renta? No se sabe. ¿Hablaba de su sobrina? Pronunciaba su nombre de vez en cuando. Pero en seguida quedaba silenciosa, como si temiese hacer traición a algún secreto.
Palabra del Dia
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