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Actualizado: 3 de mayo de 2025


Luego se aproximó á Moreno para hablar en voz baja, como si temiese ser oído. Quiero hacer algo extraordinario, algo que ese emigrante sin educación no pueda discurrir. Anoche lo he pensado. En el primer momento creí que era un disparate, pero después de reflexionar largas horas reconozco que es algo original y digno de realizarse, si resulta posible... Pirovani ha ofrecido una casa á la marquesa.

»Bien es verdad que quiero confesar ahora que, puesto que yo veía con cuán justas causas don Fernando a Luscinda alababa, me pesaba de oír aquellas alabanzas de su boca, y comencé a temer y a recelarme dél, porque no se pasaba momento donde no quisiese que tratásemos de Luscinda, y él movía la plática, aunque la trujese por los cabellos; cosa que despertaba en un no qué de celos, no porque yo temiese revés alguno de la bondad y de la fe de Luscinda, pero, con todo eso, me hacía temer mi suerte lo mesmo que ella me aseguraba.

No morirá usted de cornada de burro, pero puede morir de topetada de negro. Esté sobre aviso. Pedro Lobo quedó bramando de coraje. Hallaba ridículo que le amenazasen con la carnerada, y más ridículo aún que él la temiese. Pedro Lobo, no obstante, la temía, aunque trataba de disipar el temor y de ocultarle a su propia conciencia.

Y poniendo su trémula mano en mi cabeza, alisó mis desordenados cabellos, y mostrándome unas tijeritas me dijo dulcemente, en voz baja, como si temiese ser oída: ¿Corto? Corta. En vano charló el P. Herrera esa noche. Nos contó memorias de su vida estudiantil; pero no consiguió alegrarnos, y cuenta que el buen anciano tenía mucha gracia para conversar. Todos estábamos tristes.

Se valía de este idioma por haber sido el de la familia durante su niñez y al mismo tiempo por precaución, pues miró en torno repetidas veces, como si temiese ser oído. Venía á despedirse de Julio. Su madre le había hablado de su llegada, y no quería marcharse sin verle. Iba á salir de París dentro de unas horas; las circunstancias eran apremiantes.

Aunque no usaba contrariar la marcha adoptada por su hermano, era fácil de adivinar que la condenaba en el fuero interno, que se hallaba fuera de su centro en el hotel de Osorio. Se había hecho reflexiva y taciturna. Su mirada, cuando la posaba en Raimundo, era profunda y melancólica, como si temiese una catástrofe. Clementina la agasajaba cuanto podía; pero no lograba entrar en su corazón.

Y como si temiese que la otra encontrase la distinción harto metafísica, apresuróse a torcer un poco el camino, añadiendo prontamente: No creas, por eso, que me niego también a contribuir a los fines de la asociación como una de tantas... muy bien que lo de socorrer a los heridos es una pantalla; que se trata de preparar al ejército... No importa: yo también contribuiré a ello, pero sin disfrazarlo de obra caritativa... Lo hago, porque he visto nacer al príncipe y le miro y le quiero como cosa mía; y lo hago, sobre todo, porque se me ha prometido solemnemente que el primer cuidado de la Restauración será restablecer la unidad católica; que sin este requisito, nada, nada haría.

Por último, como no era posible que guardara mucho tiempo cualquier sentimiento que la agitase, dijo con una resolución severa, como si esperase oposición y se preparase a reñir: Mira, no quiero que vayas al baile. ¿Pues? Porque no. Callé un momento y sonreí, viéndole arrugar su linda frente y desviar la vista hacia otro sitio, cual si temiese flaquear en su determinación fijándola en .

Alejábanse y volvían a juntarse, con nuevos besos, como si Fuese él a emprender un interminable viaje. Por fin, se separaron en el rellano de la escalera. Cierra, bien dijo Maltrana, como si temiese los mayores peligros durante su ausencia. Y sólo se decidió a bajar cuando vio cerrada la puerta y sonaron tras ella los ruidos de la llave y el cerrojo.

Mina, con su dulzura sentimental, parecía hermosear la existencia monótona de a bordo. Era un socorro para terminar sin remordimientos la travesía. Pero Maud, como si adivinase sus pensamientos y temiese una concurrencia, había atacado desde el primer momento a la alemana. Felicitaba a Ojeda con una ironía cruel por su magnífica conquista. ¡Qué suerte!

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