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Actualizado: 28 de octubre de 2025
¿Qué es esto? y tocándolo sólo con las puntas de los dedos, como si temiera ensuciarse, lo dejó caer al suelo murmurando: ¡Papeluchos ateos! ¡No lo tires, que después lo pide Pepe y arma una marimorena!
No supo cómo salió de allí. Lo único que pudo recordar fue que el instinto de precaución le dominaba aún, y que al bajar la escalera lo hizo de puntillas, evitando roces, como si fuera un delincuente y temiera ser descubierto. Cuando se vio en la calle sintió un calor insufrible. Ya sabía quién le apretaba con tanta crueldad la garganta.
Conocía sus amores; se había informado de quién era Tónica, y no le parecía gran cosa; pero si Juanito se mostraba conforme, todos contentos. Esta indiferencia anonadaba a Juan; y a pesar de que nadie en la casa se preocupaba de sus amoríos pues cuando más, merecían alguna burla de Amparito , siguió recatándose, como si temiera las maternales censuras.
¿Y qué fue lo que os dijo? agregó Silas bajando siempre la voz, como si temiera decir la menor palabra que no fuera para el bien de Eppie. Me dijo que desearía casarse, porque va a cumplir veinticinco años y tiene mucho trabajo en los jardines desde que el señor Mott se ha retirado.
Miró intensamente á Ricardo, que bajaba los ojos, no sabiendo qué decir, y añadió con expresión pensativa: Crea usted que un hombre joven y enérgico hubiera ido muy lejos teniendo á su lado una mujer como yo. Sorprendido Watson por estas palabras, levantó su mirada, pero volvió á fijarla en sus pies, cual si temiera seguir viendo los ojos de ella.
Su ascensión había sido veloz, casi a todo correr, como si temiera llegar tarde a un lugar de cita que no conocía con certeza. Inmediatamente reanudó la marcha. Dos palomas silvestres salieron de la maleza con el sonoro plumeo de un abanico que se abre, pero el cazador pareció no verlas.
Con los primeros hacía yo mejores migas que con los segundos, y asistía a todas las conferencias de Marcial. Si no temiera cansar al lector, le referiría la explicación que éste dio de las causas diplomáticas y políticas de la guerra, parafraseando del modo más cómico posible lo que había oído algunas noches antes de boca de Malespina en casa de mis amos.
Miró la mojada cubierta y vio al compadre al pie del mástil, agarrado a él, pálido, pero con inalterable tranquilidad. Creí que nos ahogábamos, Antonio. ¡Hasta he tragado agua! ¡Maldito animal! Pero buenos golpes le has atizado. Ya verás como no tarda en salir a flote. ¿Y el chico? Esto lo preguntó el padre con inquietud, con zozobra, como si temiera la respuesta. No estaba sobre cubierta.
Asustóse mucho, y se acercó más al lecho, como buscando un refugio al lado de la sagrada persona de doña Paulita. ¡Niña! dijo Paz con la lengua turbada y muy alterado el rostro. Ya sabemos todas las infamias de usted. Merece usted ir á la cárcel por comprometer la honra de una casa como ésta. Si no temiera rebajar mi dignidad.... Señoras murmuró Clara temblando, ¿pues yo qué he hecho?
Y como si temiera alguna burla del doctor, hablaba de Judith con entusiasmo, queriendo convencer á su primo de que su madurez no hacía mal papel al lado de aquella juventud un poco gastada por el exceso de placeres. Estaba seguro de que le quería.
Palabra del Dia
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