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Actualizado: 24 de junio de 2025


Y no necesitó más darse colorete a las mejillas, porque ellas recuperaron su natural carmín. Al verla por fin tranquila y alegre, el rey su padre le dijo un día: Cristela, ya tienes edad de casarte y debes elegir un marido sin tardanza. Recuerda que eres mi única hija y que yo soy un anciano.

Pocas veces se había sentido mi amigo Bringas tan nervioso como en los ratos que precedieron a la llegada de la cuenta de Golfín. A eso de las diez del día 3, mandó a Paquito con un recado verbal, suplicando al doctor le remitiese sin tardanza la nota de los honorarios de su asistencia médica, y serían las once y media cuando el joven regresó a la casa, trayendo una carta.

No paró aquí; un sastre tardó veinte días en hacerle un frac, que había mandado llevarlo en veinticuatro horas; el zapatero le obligó con su tardanza a comprar botas hechas; la planchadora necesitó quince días para plancharle una camisola, y el sombrerero, a quien le había enviado su sombrero a variar el ala, le tuvo dos días con la cabeza al aire y sin salir de casa.

Llegó en esto la noche, y con ella el punto determinado en que el famoso caballo Clavileño viniese, cuya tardanza fatigaba ya a don Quijote, pareciéndole que, pues Malambruno se detenía en enviarle, o que él no era el caballero para quien estaba guardada aquella aventura, o que Malambruno no osaba venir con él a singular batalla.

Además, puede que se haya dormido, y en tal caso hasta mañana no habrá riña por mi tardanza; y lo que es mañana, ya estaré yo tan limpio de vino como el Corán. Llegó a casa, abrió con su llavín, encendió una luz, subió de puntillas y entró en las habitaciones de su mujer.

Parecía, en fin, contrariada, por la tardanza de su prima la noble abadesa. De repente la distrajo el rechinar de la puerta del locutorio. Se volvió y vió á Quevedo. Doña Catalina se puso de pie. ¿Conque hasta aquí? dijo. Hasta donde vos vayáis, mi cielo. No quiero quedarme á obscuras, y como sois mi sol, os sigo.

Volvíme a la posada y al pasar por la tripería pedí a una de aquellas mujeres, y diome un pedazo de uña de vaca con otras pocas de tripas cocidas. Cuando llegué a casa, ya el bueno de mi amo estaba en ella, doblada su capa y puesta en el poyo, y él paseándose por el patio. Como entro, vínose para . Pensé que me quería reñir la tardanza, mas mejor lo hizo Dios. Preguntóme venía.

Ahí está, bien agarrotado. Vos dispondréis de él, señor barón. Ahórcalo sin tardanza. Hice el voto y hay que cumplirlo. Pero cuélgalo de una verga de su propio barco, que tal fué mi promesa. Cabeza Negra, aunque herido y con un brazo roto, se había mantenido de pie junto á la borda, entre dos arqueros. Al oir las palabras del barón se estremeció y su rostro se contrajo violentamente.

Y el tiempo apremiaba, y era preciso dejar sin tardanza el hospitalario albergue. Y se dió la orden para que se aparejaran los rocines; y llegó el caso de que los expedicionarios bajaran al portal con las espuelas calzadas; y montaron todos..., ¡y todavía no se cruzaron entre don Simón y don Recaredo otras palabras que no fueran lisonjas, cumplidos y finezas!

La tardanza de don Baltasar era porque él no entraba nunca en la callejuela donde estaban los soportales y el postigo, sino después de haber visto el resplandor de una luz, desde la calle del Hombre de Piedra, en los vidrios de una ventana de la parte principal de la casa, cuya seña hacía Lisarda para que él supiese que podía ir sin cuidado; y aquella noche Lisarda no había hecho la seña a la hora de costumbre, porque en aquella hora estaba yo viniendo al mundo, y ella estaba junto a mi madre.

Palabra del Dia

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