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Actualizado: 12 de mayo de 2025
Se la admitió sin reparo en la clase, en la intimidad de la clase por su hermosura. Nadie se acordaba de la modista italiana. Tampoco Ana debía mentarla siquiera, según orden expresa de las tías . Se había olvidado todo, incluso el republicanismo del padre, todo: era un perdón general.
Ya me acostumbré a verte por aquí.... Oye: ¡se me olvidaba! ¿Quieres tomar chocolate? ¡Con franqueza!... Si quieres... llamaré a María para que te haga el chocolatito. ¿No? Pues tú te la pierdes. Ven a visitarme, aunque sea de cuando en cuando, y un ratito, para que no digan las tías que te alejo de allá.
Era un antiguo criado nuestro que cuando la familia vino a menos dejó la casa y se dedicó al comercio. ¡Andrés! ¿Tú? ¡Qué grande está usted! No me hables así. ¡De tú! ¡De tú! El buen viejo, trémulo de emoción, arrasados en lágrimas los ojos, me echó los brazos. ¡Estás hecho un hombre! ¡Y qué buen mozo! ¡Si el amo viviera!... ¡Si tu mamá pudiera verte!... ¿Y mis tías?
No; el cielo no permitirá que me olvides.... ¿Verdad que no es posible? ¡Piensa en mí; habla de mí, a todas horas, con tus tías, con señora Juana, con cualquiera!... Quiero estar siempre en tu corazón; quiero estar a todas horas en tu pensamiento; ir contigo a todas partes.
Pocas palabras más. ¿Crees tú que en tal estado de espíritu puedo ni debo engañar a nadie, ni a mí misma? Yo deploro la actitud de toda mi familia. Mi pobre madre, mis tías, mis hermanas, mis cuñados, todos quieren que yo sea feliz, ¡quién no duda! Pero no se es feliz a la manera de los demás, sino a la propia manera.
Se iría, y no la volveríamos a ver hasta que pasara la Semana Mayor. ¡Qué amargo fué para mí aquel mes de Febrero! Y para todos. Mis tías ocultaban su tristeza.
Por causa de Alfonso he tenido hoy un gran disgusto: han enviado de Lyón y de Italia a sus tíos y tías gran número de notas por las muchas deudas que ha contraído durante sus viajes; la familia, que sabe que yo le mimo, me hace responsable de sus desaciertos; me han hecho en este sentido muchos cargos, por lo que he derramado lágrimas de amargura. ¡Ah! efectivamente: ¡las faltas de mi hijo son mis faltas! ¿Por qué no hube de ser yo más severa para él desde un principio?
Cuando aconteció esta desgracia, no quiso por nada de este mundo separarse de la familia, bien que su ama la había legado haber de sobra para vivir independiente. Tal como yo la recuerdo era ya muy vieja. Vivía en casa de otra de mis tías, hermana de mi madre, más como una parienta querida que en calidad de criada.
Por lo pronto.... ¡Después, ya veremos!.... Estoy cierto de que te colocará; se lo pediré, y no ha de negármelo. Le recordaré que fué amigo de tu padre. Andrés había hablado ya con el abogado, pero nada obtuvo: promesas, ofrecimientos.... Sólo Castro Pérez podía darme trabajo. El doctor Sarmiento se interesó en favor mío, y prometió a mis tías arreglar el asunto.
«Olvídame, olvídame, yo te lo ruego, yo te lo pido por la santa memoria de tus padres que están en el cielo, por tus tías, ¡a quienes tanto quieres y que te quieren tanto!
Palabra del Dia
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