Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 5 de mayo de 2025


«Habla le dije a mi amigo Virieu, ocultando el rostro entre ambas manos y preparándome a recibir el golpe fatal. Habla repetí, que este silencio es para el peor de los suplicios

La ferocidad de la muchedumbre, habituada a fiestas de muerte, necesitaba una válvula de escape para dar expansión a su alma, educada durante siglos en la contemplación de suplicios. El auto de fe era sustituido por la corrida de toros. El que un siglo antes hubiese sido soldado en Flandes o colonizador militar de las soledades del Nuevo Mundo, convertíase en torero.

Mimada y socorrida, hermoseada por la limpieza y el esmero, con el cabello alisado sobre las sienes y el alma aquietada, la niña de Luzmela cerró los ojos en la placidez de un sueño leve, incompleto, que no la desligaba de la realidad y la permitía memorar los suplicios de sus cinco años de esclavitud al través de la sonrisa de su libertad.

Los suplicios más feroces que ve Dante en su Infierno, las abominaciones y espantos de los más ascéticos libros cristianos, como Gritos del infierno, Estragos de la lujuria, y otros así, son niñerias y amenidades, si se comparan con lo que Baudelaire refiere cuando él mismo se ve ahorcado, podrido y hediondo, entre una nube de murciélagos y de grajos que le sacan los ojos á mordiscos y picotazos y se le comen por do más pecado habia, y con lo que cuenta Rollinat de aquel gato celoso, que yo sospecho que era un demonio familiar, el cual araña y destroza á su amiga en sitios tan sensibles y ocultos.

En la aldea de Altorf, que he visitado dos veces, tuvo lugar la tremenda escena con Gesler y Guillermo Tell, que tuvo precision de apuntar y tirar su flecha á la manzana que colocaron sobre la cabeza de su hijo ... uno de los suplicios mas bárbaros que jamas han sido impuestos á padre alguno. En la misma aldea de Altorf, hay una fuente de piedra coronada con la estatua de Tell tirando su flecha.

" vivía entre pavores" porque la parte inteligible y corriente de la religión versaba sobre demonios perversos e incastigables, sobre suplicios infernales eternos, sobre mártires y santos, sobre buenas gentes, que se habían cocinado previamente en el purgatorio para acabar de ganar la bienaventuranza con las abstinencias y los sufrimientos de su vida miserable.

Quedaron atónitos los circunstantes de que con tan leve remedio se hubiese librado de aquella penosa enfermedad; mas cuando oyeron lo que por orden de Dios les refirió, fué increíble la conmoción, las lágrimas y el fruto; ni se quedó aquí solo, sino que en donde quiera que llegó la voz de este suceso se vieron los mismos efectos; y quien era bueno se alentó á perseverar, y quien malo, con la memoria de aquellos suplicios, corrigió el humor pecante que en él predominaba.

Así habían permanecido los dos mucho tiempo, sufriendo el más horrible de los suplicios encerrados en aquella bolsa agitada continuamente por los movimientos que hizo el coloso para defenderse de la máquina voladora, para desamarrar la barca, para inundar la artillería de los pigmeos y para batirse al fin con los dos buques enemigos.

Su única preocupación al salir de estos suplicios era que Isidro no se enterase de la verdad. ¡Cómo se burlaría de él al conocer la conducta de Maud!... Y a impulsos de su orgullo varonil, de esa vanidad jactanciosa del macho, que transige con la mentira para conservar su prestigio, aceptaba las felicitaciones y la envidia de Maltrana, que se lo imaginaba triunfador.

Para ello no tenía, en verdad, que hacer grandes esfuerzos. Aquella noche había visto él la sociedad dominado por la idea de que iba a separarse de ella para siempre; pero no haciéndolo así, las frías amistades y los placeres y consuelos convencionales y falsos que la sociedad podía ofrecerle no eran otra cosa que otros tantos suplicios.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando