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Actualizado: 7 de junio de 2025
Me lo he encontrado solo en Milly donde se quedó antes, tranquilo, pero triste, y tanto o más que nunca viviendo entre sus libros, y de cuando en cuando escribiendo versos que no enseña jamás. Algunas veces, sus amigos, M. de Vignet y M. Virieu, me hablan de él con especial entusiasmo; pero ¿de qué le sirven sus talentos así encerrados, en el supuesto de que verdaderamente lo sean?
«Habla le dije a mi amigo Virieu, ocultando el rostro entre ambas manos y preparándome a recibir el golpe fatal. Habla repetí, que este silencio es para mí el peor de los suplicios.»
Estos detalles los recuerdo perfectamente, pues quedaron grabados en mi imaginación de tal suerte que pudiera recitarlos con muy poca diferencia, tal como salieron de los labios de mi amigo. M. Virieu, no se separó de mi lado hasta que amaneció: llegada esta hora, se marchó a preparar lo necesario para mi partida a Mâcón. ¡Triste de mí!
M. Virieu, quien ha ingresado en la carrera diplomática y se interesa por Alfonso tanto como él mismo, le decía en sus cartas que el conde de Lagarde, nuestro embajador en España, estaba decidido a llevarle consigo a Madrid. ¡Quiera Dios que este proyecto se realice! Todo ha fracasado.
Espero, llena de ansiedad, otra carta, porque creo de continuo que debiendo reconocer este rumor algún fundamento, puede haber querido Alfonso ocultarme lo ocurrido. Sé por su amigo, M. de Virieu, que él temía volver a ver en Italia a cierta persona que no le perdonaba el haberse casado; ¿tendrá esto relación con el lance que dicen haber ocurrido?
Alfonso recibió ayer un paquete de cartas de su mejor y más íntimo amigo, M. de Virieu, quien le llama a París inmediatamente. El ha vendido su caballo para hacerse con cien pesos; yo le he dado además todas las economías que poseo. Ya ha partido.
A pesar de la repugnancia de la familia por verle servir a Bonaparte, deberíamos mejor pensar en él que en semejantes repugnancias; cuando se trata de los hijos conviene hacer caso omiso de las opiniones políticas. Yo confío en que su amigo M. Almón de Virieu irá a reunírsele; es un bellísimo sujeto, ya entrado en años, y que ha de serle de gran utilidad en algunas circunstancias.
Palabra del Dia
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