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¿Por qué, corazón? No contestó. Siguió caminando algún tiempo y dejó escapar un gemido. Después parose nuevamente, y echando los brazos al cuello a su doncella, comenzó a sollozar con amargura. ¡Soy muy mala, Genoveva, soy muy mala! Mi corazón no acaba de verse libre de impurezas; el demonio y la carne me tienen aún sujeta. ¡Si supieses qué pecado he cometido ayer!

No supo decir palabra en los primeros momentos; embargole la emoción y una lágrima se deslizó por su rostro honrado y varonil. ¡Oh, María, si supieses qué feliz me haces! le dijo en voz baja y temblorosa . Si quisieras llevarme, ¿adónde no iría yo contigo? no puedes comprender lo que ansío que me hables, que me sonrías, que me dirijas.

Hice esfuerzos sobrehumanos para olvidarte prosiguió con la misma voz temblorosa, apagada por la emoción, pero fueron inútiles... Estás metida a hierro y a fuego dentro de mi pecho... Has sido mi primero, mi único amor en este mundo... Me has hecho mucho daño, ¡mucho! pero aunque me hicieses mil veces más, no se borrarán de mi alma los momentos de dicha embriagadora que te debo... ¡Te quiero, , te quiero, te adoro!... Aunque me llamen cobarde, indigno, lo repetiré a la faz del mundo entero... ¡Si supieses cuánto he sufrido!

Esas son tonterías, Ricardo... Mi enfermedad es mortal, y si no ya se vera... Mi marido no quiere creerlo; pero pronto se ha de convencer... No me quejo de mimo, no... ¡Ay, querido, si supieses lo que yo padezco sentada en esta butaca!

Por lo mismo, no me dejaría tiempo a aburrirme seguramente. ¿Qué sabes de eso, mamarrachillo? Hablas de como si me supieses de memoria. ¡Qué más quisiera yo! ¡Vaya, Emilio, no seas payaso! Mira que me estás faltando al respeto. La conversación siguió en este tono alegre y cariñoso mientras el carruaje rodaba por las calles sombrías.

¿Por qué me retiras tu mano?... ¿No te tiendo yo la mía, y soy el ofendido?... ¿No has venido a reconciliarte conmigo?... , , Álvaro murmuró ella. A eso he venido... Me has asustado... Perdóname, Joaquina... ¡Si supieses qué alegría me causa el oír tu voz!

Ambos guardaron silencio como si caminasen bajo el peso de una grave desgracia. Pepe Castro meditaba. Estás perdido, Ramón dijo al fin tirando la punta del cigarro y frotando la boquilla con el pañuelo antes de guardarla . Estás completamente perdido. Todo eso que me cuentas no tiene sentido común. Si supieses conducirte no hubieras llegado a semejante estado.

Te digo toda la verdad: ¡si supieses lo que me costaba rehuirte!... Por las mañanas, al levantarme en el cuarto del hotel, mi primer movimiento era mirar á través de las cortinas para convencerme de que me esperabas en la calle. «Allí está mi flirt; allí está mi novioTal vez habías dormido mal pensando en .

Es el caso que a aquellos señores maestros les pareció que la media hora que hay de lición a lición la ocupaban los estudiantes, no en repasar las liciones, sino en holgarse conmigo; y así, ordenaron a mis amos que no me llevasen más al estudio; obedecieron, volviéronme a casa y a la antigua guarda de la puerta, y, sin acordarse señor el viejo de la merced que me habían hecho de que de día y de noche anduviese suelto, volví a entregar el cuello a la cadena y el cuerpo a una esterilla que detrás de la puerta me pusieron. ¡Ay, amigo Cipión, si supieses cuán dura cosa es de sufrir el pasar de un estado felice a un desdichado!

Mejor es vergüenza en rostro que mancilla en corazón. No te ataré con un cabello, pero voy a atarte con este hilo, de la lana con que, sin que lo supieses, te estaba haciendo calcetines y pensando en ti, ¡ingratón, prófugo, arrastrado!