Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 17 de octubre de 2025
El emperador Constantino porfirogénito, cuya corte dirige la marcha del arte en Oriente y Occidente, se esmera en proporcionar á la capital del Califato nuevas seducciones, sin creer desdorada su dignidad por convertirse en joyero de la Sultana del Bétis . Todos los demas emperadores y reyes que directa ó indirectamente reciben de Constantinopla ideas de buen gusto y magnificencia, trasmiten tambien á la poderosa corte de Andalucía los frutos hermosos de aquellos trasplantados gérmenes . Hoy es una de las primeras dignidades de la Iglesia Bética el encargado de trasladar desde el asiento de la reina del Bósforo al encantado palacio de Azzahra, las primorosas esculturas que admiran con mezcla de placer y de escándalo los rígidos observadores del Koran ; mañana es nada menos que un santo, procedente de uno de los mas austeros cenobios de Alemania, el comisionado para llevar al temido Califa los esquisitos productos del arte germánico ; un obispo Eliberitano, mandado consagrar por el mismo Abde-r-rahman, es luego el elegido para promover y fomentar ese comercio y correspondencia mútua de las dos civilizaciones cristiana é islamita ; finalmente, la Córdoba de An-nasír es el emporio de las artes, los ingenios de los paises mas adelantados acuden á ella poniendo á competencia sus creaciones, y todo lo grande, todo lo bello, todo lo primoroso del arte monumental en Asia, en Africa y en Europa, deja su sello, su ofrenda y su tributo en la soberbia Caaba de los Umeyas.
Únicamente cuando llegó el pollo de las mazurcas, y se mostró temblando a sus pies, dignose la bella cuanto feroz sultana alargarle el pañuelo que tenía en la mano y elegirle como amante como justo premio a sus notabilísimas corbatas y sus no menos excepcionales chaquets.
Todos callaron, y el Sultán, dejando para mejor lugar y ocasión su resolución piadosa, se volvió hacia el meflez o asiento del sapientísimo médico, y oyó que éste, con voz chirriadora y cascada, dijo: No hay Dios sino Dios, y Mahoma es su profeta. La sultana Híala está afectada de una catalexis. Al menos dijo el Sultán este necio no nos ha quebrado la cabeza. ¡Catalexis!...
Lo cual significaba que tres o cuatro de aquellos malditos moros pudieron escaparse, huyendo a uña de caballo del machucador ramo de higuera del ascendiente de don Joaquín, y se llevaron a Andalucía a una de las seis niñas gallegas, la cual vino a ser pronto la sultana favorita del Miramamolín.
La sultana que imponía leyes al adormecido Océano en la caña de su timón, era la humilde esclava del potente monstruo de los mares, que despertaba de su letárgico sueño revolviendo en sus convulsiones inmensas montañas de hirviente espuma, atronando el espacio con sus potentes mugidos. ¡El día cuatro no tuvo crepúsculo! El paso de la claridad del día á las tinieblas de la noche fué momentáneo.
Con esto la niña, que había mostrado siempre marcada inclinación a las pompas mundanas, se puso insufrible. Parecía una sultana cruel y despótica. A fuerza de ver inmediatamente obedecidos sus caprichos, ni sabía ella misma lo que quería. Tan pronto llamaba a un mancebo y le permitía sentarse a sus pies y le escuchaba y le miraba amablemente, como le arrojaba con ademán feroz y viento fresco.
Quiso nuestro Felisardo agradar á la gran sultana Doña María, y estudió con otros mancebos, assí cautivos como de la expulsión de los moros, la comedia de La fuerza lastimosa.» Lope de Vega, novelas: El desdichado por la honra. Obras sueltas, tomo VII, pág. 96. V. también á Cervantes, La gran sultana, jornada 2.ª
Se nos olvidaba que precedían también a la Sultana numerosas bandas de músicos, vestidos a la índica usanza, y haciendo sonar sus instrumentos por la manera más blanda y voluptuosa, y que delante iban doce pavones tendiendo sus vistosísimas alas, con otras aves de peregrina naturaleza y traídas desde la Arabia, del Irak y del Hindí.
Los cortesanos de aquella sultana caprichosa y de carácter violento y variable, se vengaban de su humillación ineludible despreciando a Bonifacio Reyes sin ningún género de disimulo. Emma llegó a sentir por su esposo un afecto análogo en cierto modo al que hubiera podido inspirar al Emperador romano su caballo senador. Aquella debilidad, aquella ceguera de la pasión, no se la perdonaría nunca.
Hombre, ¿qué ha de ser usted? Si el autor no lo conoce siquiera... No importa; apuesto mi cabeza a que soy yo; y os pone un cartel de desafío, y no hay sino dejaros matar, porque él es un necio. ¿Quién es aquella sultana del Oriente? le dicen a usted.
Palabra del Dia
Otros Mirando