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Actualizado: 17 de octubre de 2025


Quisiera confiarme a él, contarle cosas de mi alma... Pero no puedo. A veces sufro cuando nos quedamos solos.

¡Bien se ve que eres mi hijo! exclama mi padre con júbilo al contemplar mis adelantos. Es tan bueno mi padre, que espero que Vd. le perdonará su lenguaje profano y sus chistes irreverentes. Yo me aflijo en lo interior de mi alma, pero lo sufro todo. Con las continuadas y largas lecciones estoy que da lástima de agujetas.

Cuando el joven pudo hablar, ya algo más tranquilo, después que por sus pálidas mejillas corrieron a raudales las lágrimas, dijo: Perdónenme ustedes si aumento su dolor con la expansión del mío. ¡Si supieran lo que sufro!... El anciano se sonrió con tristeza. ¡Pobre Amaury! dijo en voz baja Antoñita. Ya estoy sereno agregó Leoville.

A veces, y te lo diré a ti solo, sufro tanto que me tiendo en el suelo en mi cuarto, cuando no me ven, como una muerta. Necesito sentir en las sienes mucho tiempo el frío del mármol. Me levanto, como si estuviera por dentro toda despedazada. Me muero de una envidia enorme por todo lo que puedas querer y lo que pueda quererte. Yo no si eso es malo, Juan: ¿ me perdonas?

Sufro mucho, daría no qué si pudiera borrar las perversidades que tuve con usted. ¡Dios mío! Si siempre hubiese sido leal... Porque yo, ahora, quiero a otro. Se detuvo bruscamente, desolada, arrepentida de aquella confesión a que la había arrastrado un ardiente deseo de sinceridad. Muñoz palideció de nuevo, la mirada llena de espanto. Hubo un silencio largo.

¿Y vuestros consejos? ¿A quién debo la resignación con que sufro mis desventuras de mujer y de reina, más que á vos? Lo debe principalmente vuestra majestad á su gran corazón. Ha habido momentos en que me he desalentado, en que he creído inútil la resistencia, en que he estado á punto de abandonarlo todo, de rendirme á mi desdicha.

A la mujer del maldito blasfemo la compadecían en toda la casa. No lo crean ustedes decía riendo la pobre mujer ; no sufro nada de él. ¡Criatura más buena! Tiene su geniecillo, pero ¡ay hija! Dios nos libre del agua mansa... Es de oro; alguna copita para tomar fuerzas, pero nada de ser como otros, que se pasan el día como estacas frente al mostrador de la taberna.

No, Teri; sabes que debo marcharme. misma me lo aconsejaste; te pareció bien que fuese como un valiente a la conquista de la fortuna. Hace un mes que hablamos del viaje con relativa tranquilidad, y ahora... ahora te opones como una niña. Valor; mírame a . ¿Crees que no sufro como ?... Pero ella bajaba la cabeza con obstinación.

Cuando la tengo al lado sufro su encanto, me seduce y quedo vencido. Ausente, trato de comprenderla, la analizo y pierdo la paz de mi corazón... ¡Por qué, pues, es tan triste la dicha! Máximo a su hermano. 25 de octubre. Te envío, puesto que lo deseas, la fotografía de Luciana, y añado la de Elena, a la que te alegrarás de conocer.

Ya sabía yo que érais el hurón del alcázar. Como me fastidio y sufro y nada tengo que hacer, husmeo y encuentro, y averiguo maravillas. ¿Estáis listo ya, don Francisco? Zapatos en cinta me tenéis, y preparado á todo. No os dejéis la linterna. ¿Qué es dejar? Nunca de ella me desamparo; cerrada encendida la llevo, y haciendo compañía á mis zapatos. ¿Estáis vos ya fuera? Fuera estoy.

Palabra del Dia

aprietes

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