Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 2 de julio de 2025


En los soportales de las casas de enfrente acaecía poco más o menos lo mismo; pero en la calle había poca gente, porque estaba cayendo pausadamente una agua menudísima que los vecinos de Nieva se habían acostumbrado a no despreciar, pues a la postre, y a pesar de sus modos blandos y sutiles, moja como cualquiera otra.

De noche es otra cosa; se sale de trapillo, se recorre la parte nueva, la calle del Comercio, la plaza del Pan, que tiene soportales, aunque muy estrechos, el boulevard un poco más tarde, cuando ya está durmiendo la chusma. Se entra en las tiendas, pero se compra poco. La calle del Comercio es el núcleo de estos paseos nocturnos y algo disimulados.

A las once de la noche el comandante Ramírez y el inspector de policía tenían presos ya a todos los individuos de la junta y a diez o doce de los más caracterizados carlistas de Nieva, los cuales, amarrados y custodiados por media compañía, según las prevenciones del comandante general, esperaban debajo de los soportales del Ayuntamiento la orden de marcha.

A un lado extendía su corriente el río Urola, pasando bajo un puente metálico: al otro se alzaba una gran casa con soportales, de aspecto lujoso, en la que estaba el hotel para los ricos que llegaban á hacer ejercicios espirituales y no podían pernoctar en el monasterio. Aresti entró en la iglesia: una rotonda de clara luz, cubierta de mármoles de vivos coloresAh, el templo risueño y bonito!

Más tarde, después de admirar el artificio de Juanelo, que remontaba el agua del río hasta el Alcázar, o de recorrer, uno a uno, los escaparates de las espaderías, íbase a visitar las iglesias; y, casi siempre, una hora antes del toque de oraciones, sin más que levantarse el mostacho con los dedos, entraba en el Zocodover y poníase a pasear por la plaza o por debajo de los soportales, hasta la noche.

Hubo silencio durante un momento, como tributo rendido a sus esperanzas muertas. Nadie se movía de su sitio. Al fin uno dijo en alta voz: Señores, buenas noches y divertirse. Me voy a la cama. Este saludo les sacó de su estupor. Los grupos empezaron a disolverse lentamente, no sin lanzar coléricas exclamaciones. Algunas personas se alejaron caminando dentro de los soportales.

La tardanza de don Baltasar era porque él no entraba nunca en la callejuela donde estaban los soportales y el postigo, sino después de haber visto el resplandor de una luz, desde la calle del Hombre de Piedra, en los vidrios de una ventana de la parte principal de la casa, cuya seña hacía Lisarda para que él supiese que podía ir sin cuidado; y aquella noche Lisarda no había hecho la seña a la hora de costumbre, porque en aquella hora estaba yo viniendo al mundo, y ella estaba junto a mi madre.

Es posible pensó Zalacaín . Si habré conocido en mi infancia a alguien que tenga criados, sin saberlo. En fin, vamos a ver a mi amiga dijo en voz alta. El criado siguió por los soportales, torció una esquina, y en una casa grande empujó la puerta y entró en un zaguán elegante, iluminado por un gran farol. Pase el señorito dijo el criado indicándole una escalera alfombrada.

Ana se sentía transportada a la época de D. Juan, que se figuraba como el vago romanticismo arqueológico quiere que haya sido; y entonces volviendo al egoísmo de sus sentimientos, deploraba no haber nacido cuatro o cinco siglos antes.... «Tal vez en aquella época fuera divertida la existencia en Vetusta; habría entonces conventos poblados de nobles y hermosas damas, amantes atrevidos, serenatas de Trovadores en las callejas y postigos; aquellas tristes, sucias y estrechas plazas y calles tendrían, como ahora, aspecto feo, pero las llenaría la poesía del tiempo, y las fachadas ennegrecidas por la humedad, las rejas de hierro, los soportales sombríos, las tinieblas de las rinconadas en las noches sin luna, el fanatismo de los habitantes, las venganzas de vecindad, todo sería dramático, digno del verso de un Zorrilla; y no como ahora suciedad, prosa, fealdad desnuda». Comparar aquella Edad media soñada ella colocaba a D. Juan Tenorio en la Edad media por culpa de Perales con los espectadores que la rodeaban a ella en aquel instante, era un triste despertar.

Yendo que íbamos ansí por debajo de unos soportales en Escalona, adonde a la sazón estábamos en casa de un zapatero, había muchas sogas y otras cosas que de esparto se hacen, y parte dellas dieron a mi amo en la cabeza; el cual, alzando la mano, tocó en ellas, y viendo lo que era díjome: "Anda presto, mochacho; salgamos de entre tan mal manjar, que ahoga sin comerlo."

Palabra del Dia

buque

Otros Mirando