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Actualizado: 2 de julio de 2025
De raro en raro solía aparecer también la linda cabeza de Marta, que paseaba sus ojos un instante por los contornos de la casa con expresión indiferente; la cual, dicho sea en honor de la verdad, no se trocaba en apasionada y halagüeña a la vista de Manolito, antes bien continuaba de la misma suerte, apagada y severa, como si nuestro joven no tuviese más personalidad que una columna de los soportales, o que el reloj del Ayuntamiento o el letrero del café de la Estrella o cualquiera de los objetos inanimados sobre los que se espaciaban los ojos de la niña.
Todas las casas son iguales y tienen tres cuerpos. El cuerpo inferior deja expedito un ancho pórtico, ó sea unos soportales corridos, donde hay más de cien tiendas de comercio, muy variadas y bien surtidas.
Unas veces viene un mozo de cordel a traerle cartas; otros días baja ella y, ahí arriba, en los soportales de la calle Imperial, enonde está la cubería, se ponen a hablar: él no es mu jovencito; es un cabayero ya formal, ¿entiende Vd.? pá una joven lo peor. ¿Está Vd. segura? Como de que estos pelos fueron negros repuso, mostrándole el moño encanecido.
En el principal vivía, al comenzar este relato, un pañero, contratista de vestuario de presidios, en cuyos tratos, por quedar clavado, hacía de redentor el fisco; ocupaba el segundo un sastre de gente chula, que era además teniente de Voluntarios de la Libertad, como entonces se llamaba a los milicianos nacionales, y se recogía de noche en la bohardilla un matrimonio, sospechado de no serlo, que pasaba el día en los soportales de la calle de Toledo labrando cucharas de palo y vigilando un puesto en que se vendían ligas, bolsillos de punto, castañuelas, navajas y tinteros de cuerno.
Ambos tenían la vista fija, al través de los cristales, en la gran plaza de Nieva, cercada de soportales, donde los chicos que acababan de salir de la escuela se recreaban corriendo y chillando.
La población de Triana se compone, en casi su totalidad, de obreros e industriales. Era el momento en que, llegados de sus faenas, se esparcen por las calles, charlan en grupos, se sientan delante de las casas, cantan y puntean la guitarra. La calle de San Jacinto tiene soportales feos y de sucia apariencia, donde hay tiendas, pobres también, para el gasto de los menestrales del barrio.
Palabra del Dia
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