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Actualizado: 10 de octubre de 2025


Siento no poder trasladar ni una sílaba de lo que se dijeron, pues lo hicieron en bicol, única forma de entenderse, pues el criado no conocía ni una sola palabra de las que forman la rica y armoniosa lengua castellana. Sentados en cómodos sillones de bejuco y aspirando, sino el aroma, por lo menos el humo de un segundo habano, quedamos sobre cubierta, Luís, el capitán y mi persona.

La maravillosa comida y las dos o tres copas de champagne, tenían, en parte la culpa de esta catástrofe. Juan no había notado nada. Olvidó la promesa hecha a su padrino ¿Y por qué la olvidó? Porque a madama Scott y miss Percival se les ocurrió poner los pies sobre los taburetes del jardín, colocados ante los grandes sillones de mimbre cubiertos de almohadones.

La claridad que bañó la habitación, una vez abiertas las maderas de la ventana, permitió a Nucha distinguir al fin el sofá de repis azul, los dos sillones haciendo juego, el velador de caoba, la alfombra tendida a los pies del sofá y que representaba un ferocísimo tigre de Bengala, color de canela fina.

Los muebles de aquella sala eran de poco valor, pero cómodos y aseados. Las cortinas y el forro de los sillones, sofás y butacas, eran de tela de algodón pintada de flores; sobre una mesita de caoba había recado de escribir y papeles; y en un armario, de caoba también, bastantes libros de devoción y de historia.

Después de éstos vacunarán a los de popa: gente menos limpia y presentable que «los latinos», con largas melenas y gabanes de piel de carnero. Arriba estaremos mejor. Y subieron a lo más alto del buque, a la cubierta de los botes, buscando la sombra de un toldo y dos sillones libres para descansar en la soledad azul impregnada de luz.

Algunas personas mayores contemplaban este regocijo con ojos lastimeros. «Ciega inocencia, desconocedora del peligro... ¡Siempre que aquella marejada no fuese en aumento!...» Muchos pasajeros no se atrevían a moverse de sus sillones y permanecían con la frente en una mano, pálidos, los ojos cerrados, cual si les hubiese acometido de pronto el sueño.

En el fondo á la derecha el pueblecito de Villoria, un grupo de casas blancas donde se destacaba la iglesia y el oscuro palacio medio derruído de los marqueses de Camposagrado. Cuando se hubieron sentado en los toscos sillones que allí había, el capitán expuso á su primo el objeto de su visita. Quedó pensativo D. César algunos momentos.

Los paseantes se abstenían de dar la vuelta en redondo a la cubierta y volvían sobre sus pasos para no turbar las conversaciones de las damas. Sólo algún gringo despreocupado o de egoísmo insolente pasaba sobre sus gruesos zapatos por entre los sillones, sin darse la pena de entender el significado de las miradas furiosas que despertaba su atrevida presencia.

Yo creia percibir cierto aroma de pensamiento, cierto olor de libro; así se lo dije á mi mujer, la cual movió pomposamente la cabeza, en señal de una negacion monda y lironda, lisa y llana. Yo no huelo nada, dijo mi compañera; lo único que huelo es que mis piernas se cansan ya, y que debíamos aproximarnos á las Tullerías para tomar asiento en los sillones imperiales.

Puso el cofrecillo sobre la chimenea y después de dirigir una última mirada á su máquina infernal, se fué con admirable tranquilidad á reunirse con aquellos á quienes soñaba con hacer sus víctimas. El aspecto del salón de baile era encantador. En un tablado, al fondo, estaban colocados los músicos. Todo alrededor, sillones para la gente seria y sillas para los bailarines.

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