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Actualizado: 22 de junio de 2025
También él sentíase unido por un afecto tradicional al barrio donde se había deslizado su mísera niñez. Gustaba de deslumbrar a las mismas gentes que habían tenido a su madre por servidora, y dar un puñado de pesetas en momentos de apuro a los que llevaban zapatos a su padre o le entregaban a él un mendrugo en los días penosos.
Sentíase capaz de robar para que sus restos reposasen en un féretro lujoso, para que se librase de la fosa común, para que no la llevaran a aquel matadero blanco, donde eran descuartizados los cadáveres... Pero ¡ay! sólo se muere una vez.
Brillaron hostilmente sus ojos, no sabiendo Isidro ciertamente si este furor era por su insolente amenaza o por el convite propuesto. «Buenos días.» La culpa era de él, que hablaba con locos. Y le volvió la espalda, alejándose. Maltrana se dejó caer en un sillón. Sentíase cansado: este «querido amigo» sólo era generoso para caminar.
Podíasele haber llamado fonda de la abstinencia, según era la falta de todo lo necesario para deleitar o cautivar al pasajero. Presidió, sin duda, a su construcción cierta tristeza artística. De excesivas dimensiones para el campamento y destartalada no producía la más remota idea de confort. Tenía, además, una rústica condición: sentíase en ella la humedad del bosque y el olor del pino.
Parecía que todo el calor de su organismo se había concentrado en el lado que tocaba al aperador, quedando el costado opuesto frío e insensible. El mocetón, obligado a beber las copas que le ofrecía la señorita, sentíase ebrio, pero con una embriaguez nerviosa que le hacía bajar la cabeza y fruncir las cejas torvamente, deseando pelearse con cualquiera de los valientes que acompañaban a don Luis.
Entremos dijo su novio . Esto es un cementerio de novela; un jardín como no hay otro en Madrid. La enamorada pareja sentíase atraída por el poético silencio de este rincón olvidado. En la columnata vieron a una vieja haciendo calceta, y junto a ella un hombrón, que fijó en los jóvenes su mirada escrutadora. ¿Vienen ustedes por algún pariente? dijo.
Literatura «profunda», de la que a él le placía; estudios serios y concienzudos. El amaba lo concienzudo, lo serio... Maltrana sentíase transfigurado, próximo a elevarse sobre el suelo con la hinchazón de la alegría, al oír que alguien elogiaba sus artículos y que este alguien era un señor que el día menos pensado llegaría a ministro.
Rafael no sabía qué decir. Le turbaba la sonrisa irónica y fría de su antigua amante; sentíase avergonzado por el recuerdo de su brutal despedida. Quería hablar, y sin embargo, no sabía qué decir; le pesaba aquel usted ceremonioso con que se habían tratado al subir al coche. Por fin se atrevió a decir tímidamente, hablando en tercera persona: Encontrarnos aquí, ¡qué sorpresa!
«¡También, también me han corrompido a mi abogado! exclamó Isidora cuando se quedó sola . ¡Bien, seré mártir; que me maten de una vez, que acaben conmigo, que me lleven al cadalso!». Pasada la crisis de ira, estuvo dos días sin salir del lecho; apenas hablaba; no tenía fuerzas para nada; sentíase también algo idiota como su hermano, convaleciente de intensa fiebre.
Y el abogado miraba á Aresti con superioridad, seguro de haberle aplastado con estos argumentos aprendidos en Deusto, sin reparar en que, por defender á sus maestros, atacaba á Sánchez Morueta. El doctor sentíase irritado por el aire de triunfador que tomaba el joven ante las dos mujeres, las cuales parecían admiradas de sus palabras.
Palabra del Dia
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