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Actualizado: 4 de mayo de 2025


Y comprenderéis por qué, cuando sepáis lo que vengo a pedir a vuestro padrino. Bettina soltó las manos de Juan, y se volvió hacia el abate. Vengo, señor cura, a rogaros queráis escuchar mi confesión. , mi confesión... Pero no penséis en iros, señor Juan. Haré mi confesión públicamente, con mucho gusto hablaré delante de vos... y hasta pienso que será mejor así. Sentémonos, ¿queréis?

La Nela apartaba las ramas para que no picaran el rostro de su amigo, y al fin, después de bajar gran trecho, subieron una cuesta por entre frondosos castaños y nogales. Al llegar arriba, Pablo dijo a su compañera: Si no te parece mal, sentémonos aquí. Siento pasos de gente. Son los aldeanos que vuelven del mercado de Homedes. Hoy es miércoles. El camino real está delante de nosotros.

«Sentémonos aquí dijo Benina al llegar junto a la Fábrica de alquitrán ; estoy cansadita. Aquí no... más abaixo...». Y se precipitaron por un sendero empinadísimo, abierto en el terraplén. Hubieran rodado los dos por la pendiente si Benina no le sostuviera moderando el paso, y asegurándose bien de dónde ponía la planta.

El doctor y Petrov callaban; Pomerantzev se divertía en hundir los pies entre las hojas secas, y miraba a cada instante atrás, para ver si quedaban huellas. Charlaba acerca del otoño en Crimea, aunque él no había estado allí nunca; acerca de la caza, que no conocía, y acerca de otras muchas cosas incoherentes, pero divertidas y no desprovistas de interés. ¡Sentémonos! propuso el doctor.

En primer lugar, caballero, yo no os conozco; en segundo lugar, no comprendo cómo acompañáis á mi parienta doña Catalina. Sentémonos dijo Quevedo con gran calma. Doña Catalina se sentó más turbada que nunca, y la abadesa extraordinariamente admirada, dominada por la sangre fría y la audacia de Quevedo.

Creo que ha muerto hace media hora dijo el campanero . Cuando he subido a mi casa por las llaves, salía un médico del palacio, y así se lo decía a un canónigo.... Pero sentémonos. Tomaron todos asiento, con la gorra calada, en los peldaños de la verja del altar mayor. Mariano dejó en el suelo el manojo de las llaves, un racimo de hierro como una maza.

¡Sentémonos!... ¡Bebamos! exclamó el doctor Lorquin ; ésta es la corona de la fiesta. ¡Ah, querido Gaspar, cuán contento estoy de verte sano y salvo! decía Hullin . ¡Eh!, ¡eh!, sin que esto sea adularte; más me agrada verte así que cuando tenías la cara redonda y colorada. ¡Ahora estás hecho un hombre, pardiez!

Sentémonos dijo Marta . ¡Cuánto mar se ve desde aquí!, ¿no es cierto? Ricardo se sentó a su lado y ambos contemplaron la húmeda llanura que se extendía a sus pies. Cerca de ellos ofrecía un color verde oscuro. A lo lejos era azul. Allá, en el centro, la gran mancha de plata seguía resplandeciendo con vivos destellos reflejando el diseño del disco del sol.

Si se comiera los niños, aquí estarían los huesos, y no hay nada. Es que tiene el estómago fuerte y la picara de ella se los traga. Ahora, Mary, ¿qué hacemos? ¿Quiere usted que vaya a Lúzaro y venga con un paraguas? No; sentémonos. Ya pasará la lluvia. ¿Y qué vamos a hacer? Hablaremos. Nos sentamos en el suelo.

Mi asombro, pues, fue grande cuando ayer, en el momento en que me disponía a acompañar a Lacante y a su hija, la vi acercarse a y decirme muy bajo, poniéndome la mano en el brazo: Déjelos usted marcharse solos, una vez, por casualidad. ¿No he de tener yo nunca el favor de una conversación íntima? Reclamo mi parte del ingenio y de la amabilidad de usted. Sentémonos en este banco, si le parece.

Palabra del Dia

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