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Actualizado: 14 de junio de 2025


Y, además, se movía poco la garganta: como una virgen demasiado gruesa se parece a una matrona, la voz de la Gorgheggi tenía, siendo ella aún muy joven, un enbonpoint, decía Mochi, que la quitaba la agilidad, la esbeltez.... En fin, ello era que, a pesar de estar él seguro de que allí había un corazón y un talento de gran artista y un timbre originalísimo, seductor... no teníamos verdadera estrella de primera magnitud.

Aunque él no le vio la cara, admiró la gracia y gallardía de su andar, la esbeltez y elegancia de su talle, cierto inefable prestigio seductor que como nimbo luminoso la circundaba, y la aristocrática belleza de sus blancas, lindas y bien cuidadas manos. La dama quiso ver cuanto de más rico en el bazar había.

Abaris montó en su flecha y se fue de Jerusalén hecho un veneno. A fin de vengarse del desdén de Abisag, ya que no en ella, en otras mujeres, se convirtió en seductor desaforado, en el D. Juan Tenorio o Lovelace de aquel siglo. Los medios de que disponía eran enormes.

Y, por el contrario, todos o casi todos los que consumen su discreción en hacer su negocio, son insufribles de tontos o de zafios hasta que le hacen, si bien, luego que le han hecho, vuelven a brillar con su discreción en los discursos y conversaciones, o bien porque ya no tienen que emplearla en lo útil y la derivan hacia lo agradable, o bien por el prestigio seductor de que los circundan su éxito y su buena fortuna.

, esta tarde iremos afirmó detenidamente la Marquesa . Es preciso que salga, porque sin ella no podemos volver a Madrid. ¡Oh!, picarón..., ya sabemos el secreto dijo Malespina, dirigiéndose con maliciosa expresión al Marqués . Ayer me hablaron del caso en varias tertulias... Ya sabía yo que había usted sido un terrible seductor... ¿Pero ahora salimos con eso?

Muchas gracias; pero.... ¿Pero qué?... Que no le creo á usté, vamos; que usté es muy truhán ... y que no me fío de usté, en plata. ¡Hola!; ¿esas tenemos? ¿Y por qué me teme usted?... De fijo que no será por seductor. No por cierto. Es que entre usté y otros como usté, se cuenta lo que es y lo que no es. Me hace usted poco favor, Teresa. Lo siento, pero yo digo siempre la verdad.

Piense usted en esto y si llega a sucederle sufriendo, amando, viviendo, por mucho que le parezca seductor el fantasma de usted mismo, apártese de él.» «Me dice usted que se fastidia. Eso vale tanto como declarar que sufre; el aburrimiento no cabe más que en los cerebros vacíos o en los corazones incapaces de ser heridos por nada. Pero, ¿por qué sufre? ¿Es cosa que pueda usted decírmelo?

Las dos ofrecían un seductor grupo mirándose en el espejo del tocador, despechugadas, con los brazos al aire y oliendo a carne refrescada por una valiente ablución de agua fría.

Gastaba, , pero con pulso y medida, y sus placeres dejaban de serlo cuando empezaban a exigirle algo de disipación. En tales casos era cuando la virtud le mostraba su rostro apacible y seductor. Tenía cierto respeto ingénito al bolsillo, y si podía comprar una cosa con dos pesetas, no era él seguramente quien daba tres.

El arte del seductor se extendía sobre aquel mantel, ya arrugado y sucio; anfiteatro propio del cadáver del amor carnal. Mesía se dejaba ver por dentro, más que por complacer a sus oyentes, por oírse a mismo, por saber que él era todavía quien era. «Las trazas del amor eran casi siempre malas artes; era un soñador el que pensase otra cosa.

Palabra del Dia

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