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Actualizado: 14 de junio de 2025
Explicó entonces Abaris que él había estado en Aratispi; que allí había tenido amores con la madre de Echeloría, y que Echeloría era el fruto de dichos amores. Añadió luego que como entonces era él tan peregrino seductor, había tenido también amores en Vesci con la madre de Mutileder; y que por lo tanto, Mutileder era su hijo.
No se sabe de qué secretas e incomprensibles angustias están formados los recuerdos de niño cubiertos con un velo de crespón... He esperado durante años el día glorioso y seductor en que la abuela, como las madres de mis amigas, llevase por fin un sombrero con un ramo de flores... Ese día no ha llegado jamás...
Admirome aquella tranquilidad, aquella familiaridad, aquella sonrisa, aquel no sé qué seductor, incitante que emana de ella. Sin duda Amparo había tomado su partido aceptando por entero el sacrificio. Este pensamiento me desgarró el alma. Sin embargo me mantuve firme. Yo también soy feliz la dije yo necesitaba el afecto desinteresado, noble y puro de una hermana, y le tengo en ti.
Tampoco me refiero a la magnificencia de las decoraciones, los trajes y los bailes; no se trata del teatro, sino de la sala. En ella tiene lugar un espectáculo muy curioso en otro sentido, pero tan seductor y brillante como el de la escena.
Por su parte, Oliverio no se dio más que muy a medias, ya sea porque la envoltura del hombre le pareció chocante, ya fuese porque advirtió en él, por dentro, la resistencia de una voluntad tan bien templada como la suya, pero formada de metal más puro. Había adivinado a su amigo de usted me dijo Agustín, en el orden físico y en el moral. Es seductor.
Justo es reconocer que nunca el arte pictórico reprodujo un grupo más seductor que el que formaban, casi juntas, las cabezas de aquellas dos criaturas, tan diametralmente opuestas en sus rasgos físicos y en su carácter, que no parecía sino que el propio Rafael las había unido para hacer un estudio de dos tipos graciosos en igual medida, aunque ofreciendo con su unión el contraste más vivo.
En fin, todo lo suponía por no suponer que por su libérrima voluntad dejaban de acudir las muchachas a una cita que, implícita, pero claramente, él, tan guapo, tan distinguido, tan ilustre, tan rico y tan seductor, les había dado para los Jardines, no pudiendo entenderse ni ponerse desde luego en relaciones con ellas por no faltar a los respetos y consideraciones sociales.
Después habían aparecido en el parque dos hombres, Mesía y Quintanar. Don Álvaro había estrechado la mano de la Regenta que no la había retirado tan pronto como debiera; «¡aunque no fuese más que por estar viéndolos él!». Don Víctor había desaparecido y el seductor de oficio y la dama se habían ocultado poco a poco entre los árboles, en un recodo de un sendero.
Sobre esta base el afortunado seductor no tuvo inconveniente en que la chula concertase el cuándo y el dónde de aquella trascendental conferencia. En casa no podía ser. La dignidad le impedía a D. Laureano ir a la del sillero sin obtener antes una satisfacción. En la calle no era decoroso, ni en el café del Siglo prudente.
Aténas idolatró el arte, un arte bello en apariencia, feo en realidad; gracioso y seductor en la superficie, deforme y repugnante en el fondo; lleno por fuera, vacío por dentro. El arte de Grecia es un cuerpo hermoso que no tiene alma, como hay mujeres sumamente bellas que no tienen entendimiento ni corazon.
Palabra del Dia
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