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Actualizado: 14 de junio de 2025


¿Me promete usted casarse conmigo? murmuró la inocentona de la oradora política. ¡, vida mía! exclamó él sin fijarse casi en lo que le preguntaban, pues estaba resuelto a decir amén a todo. Pero Amparo retrocedió. ¡No, no! balbució trémula y espantada . No basta hablar así... ¿me lo jura usted? Baltasar era joven aún y no tenía temple de seductor de oficio.

Miraba á Roussel; le encontraba todavía seductor y se exasperaba más y más. En fin, dijo, es preciso que arreglemos nuestra respectiva situación. ¿ pides la paz? La imploro. ¿Reconoces, pues, que no tienes medio de resistir? Lo reconozco, y todo lo que quieras por añadidura. Así pues, soy yo la que dicta las condiciones del tratado. .

Es el mismo diablo esa chica... Más artera que ella no la hay en toda la ría... ¡Mira que para atrapar a un pez tan largo como , que ha corrido las siete partidas, ya se habrá dado maña la indina! Tomás halagaba de este modo la vanidad de su hermano, quien reía beatíficamente, a pesar de saber a qué atenerse en cuanto a sus dotes de seductor.

Mis lectores creerán, juzgando a lord Gray por las palabras arriba reproducidas, que el astuto seductor partía realmente renunciando a la empresa frustrada en la célebre noche. ¡Qué error! Narraré punto por punto.

Pues así y todo, con elementos tan monótonos, Antoñita había hecho confesar a sus amigos sexagenarios que jamás habían gozado de mejores tertulias que las de su casa, aun en tiempos en que sus cabellos blancos eran negros o rubios. Ciertamente, era un hermoso triunfo y para alcanzarlo había necesitado Antoñita valerse de su encanto seductor, de su carácter risueño y de su amabilidad exquisita.

Era como el buen médico que le pide al enfermo las noticias más insignificantes del mal que padece y de su historia para saber cómo ha de curarle. Fortunata no ocultaba nada, eso bueno tenía, y el doctor amante se encontraba a veces con más quizás de lo necesario para la prodigiosa cura. ¡Y qué horrorizado se quedaba oyendo contar lo mal que se portó el seductor de aquella hermosura!

Siguió; dio tres, cuatro pasos más sin resolverse a volver pie atrás, por más que el demonio de la seducción le sujetaba los brazos, le atraía hacia la puerta y se le burlaba con palabras de fuego al oído llamándole: «¡Cobarde, seductor de meretrices!... ¡Atrévete, atrévete con la verdadera virtud; ahora o nunca!...».

¿Creerás, querida, que aún no conozco a tu marido? dijo la señorita de Chalvin , ¡y tengo una curiosidad! ¡Glotona! replicó Marianita , pues bien, relámete... va a venir... lo estoy esperando... ¡Dicen que es seductor, amada mía! ¡Seductor!... ¡aun me parece poco!...

Ese hombre dice errores capitales, y verdades palmarias; confunde aquellos con estas; y su discurso seductor para los incautos, presenta á los ojos de un buen pensador una algarabía ridicula. ¿Cuál es la causa?

Primero, vemos á Don Juan vestido de criado; después, el conflicto en que lo pone su amor á Doña Inés y sus celos; luego, su deber de vengarse de Don Lope, seductor de su hermana y matador de su hermano; y, por último, á su criado en disfraz de caballero, y en la rara situación en que lo pone este disfraz.

Palabra del Dia

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