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Actualizado: 7 de mayo de 2025


Su blancura, su transparencia nítida, lo afilado de los dedos, lo sonrosado, pulido y brillante de las uñas de nácar, todo era para volver loco a cualquier hombre. El virtuoso vicario comprendió, a pesar de sus ochenta años, la caída o tropiezo de D. Luis. ¡Muchacha exclamó , no seas extremosa! ¡No me partas el corazón! Tranquilízate. D. Luis se ha arrepentido, sin duda, de su pecado.

¿Pero acaso no trabaja de la mañana a la noche en cuidar la casa de Roberto? ¿Se pasa un solo día sin que vaya a la granja? ¡No seas tan injusta con ella, Enriqueta! Ella le lanzó una mirada de compasión: Si no fueras tan niño, como lo has sido siempre, Adalberto, se podría conversar contigo.

, pero te cuadra Blanquita, ¿no?... Y no supongo que te prenderás como un tendero para enamorarla, mira que es mujer tan suelta y ligera como la madre... y quiero que la conozcas. No embrome con Blanquita, ya sabe que Blanca no me cuadra y que yo tengo una novia en... Está bien, cásate con aquélla, pero enamora a ésta... no seas tonto... ¿Y si no me hace caso? ¡Qué no!

Pero yo no te la he dado todavía replicó ella, mientras le miraba con una de esas miradas con que sólo una madre sabe decir: ¡bendito seas! ¿Y serías capaz de negármela, cuando voy a realizar una obra buena? Yo no puedo darte ni negarte licencia dijo la señora cambiando el tono de su voz; tienes veintiocho años.

En cuanto se casen mis hijas, en vez de pasar el verano en Sarrió, donde se guardan las mismas etiquetas que en Lancia, me iré a Rodillero a respirar aire fresco y a pescar robalizas. Atiende, Micaela, no seas tan viva, mujer... Comprende que a tu marido no le han de gustar esas genialidades; querrá que le contestes con razones...

Pero en vez de él llegó a vueltas de correo la lacónica carta siguiente: «Cuando te casas, tu esposa debe ser un prodigio. Me alegro de tu resolución, porque el matrimonio te dará una vida nueva. Quiera Dios que seas más feliz que yo lo he sido.

No había concluido, cuando oyose el violento ladrar de un perro, y después una voz de hombre, que dijo: Choto, Choto, ven aquí. ¡Eh! gritó el viajero . Buen amigo, muchacho de todos los demonios, o lo que quiera que seas, sujeta pronto ese perro, que yo soy hombre de paz! ¡Choto, Choto!

Eres joven, linda, rica. ¿Vas a vivir sola toda la vida? ¿No es justo, no es lógico que formes una familia? Ya sabes que yo soy buena amiga, discreta, que si te puedo ayudar en algo... ¡Ay, Marianela, demonio malo, que me estas sonsacando lo que no quiero decir...! ¡No me tires de la lengua, no me tires, no me tires...! Vamos... no seas tonta.

; pero aún no era como ahora... no éramos todavía uno de otro. ¡Venías... por lo que yo me !... ¡A estas alturas sabe Dios si tendré encanto ni atractivo para ti! No seas simple, vidita, antes te quería por lo que esperaba, ahora por lo que tengo. ¡Cualquiera diría que ir quince días a París, a Madrid, o donde sea, es una separación eterna!

Tenía que ayudar al maestro a desnudarse. Los del hotel se encargarían de enviar el despacho. No; quiero que seas . Yo esperaré... Debes poné otro telegrama. Ya sabes pa quién es: pa aquella señora, pa doña Zol. También «Sin noveá».

Palabra del Dia

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