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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Enseñaréle, respondió el doctor, las ocho partes de la oracion, la dialéctica, la astrologia, la demonología, qué cosa es la sustancia y el accidente, lo abstracto y lo concreto, las monadas y la harmonía preestablecida. Pues yo, dixo el segundo, procuraré hacerle justo y digno de tener amigos. Zadig falló: Ora seas ó no su padre, tú te casarás con su madre.
Estoy vencida, luego no tengo razón... No te deseo ningún mal, pero quiera Dios, Francisca, que seas más honrada como esposa que como amiga... ¿Le amas al menos? Todavía no respondió Francisca después de un instante de vacilación. Pero ya le amaré añadió precipitadamente. O no le amarás murmuré llena de angustia... ¡Qué triste es vivir!...
Denso rubor, como el aterciopelado carmín de las rosas, coloreaba sus mejillas; pero en seguida, al reconocer al mancebo, una sonrisa hospitalaria, hechicera, talismánica, que mostró la blancura de sus dientes, tornó, al pronto, su semblante claro y tranquilo como la luna. ¡Ah!, ¿eres tú, señor don Ramiro? exclamó. ¡Bienvenido seas! Perdón, si ayer os hice daño con la flor, en la calleja.
Se sintió transportada más bien que conducida á un sillón y cuando abrió los ojos encontró á su hijo de rodillas que la miraba llorando. ¡Oh! querido hijo ¿eres tú? balbució la pobre mujer. ¿Es posible que seas tú? Dios ha hecho por nosotros un milagro. Sí, querida madre, dijo gravemente Jacobo, pero nuestros fieles amigos lo han ejecutado.
Fernández necesita un empleado en su hacienda de Santa Clara. Allí ganarás un poco más. Temo una cosa.... ¿Cuál? ¿No servir para el caso? Sí... ¡qué entiendo yo de cosas de campo! Aprenderás, muchacho. No seas tímido, porque nunca harás letra. Estarás allí muy contento. Fernández es persona muy fina. Trata muy bien a sus empleados.
Pero pronto despertó con estremecimiento, y creyó oír una voz que decía: ¡Alabado seas, Señor, por nuestra hermana la luna y las estrellas, que en el cielo has formado claras, bellas y preciosas! El fraile se levantó de su duro lecho y se puso en oración, hasta que, a través de la ventanilla de su pobre celda, vió palidecer la luna y las estrellas.
Conjúrote, por lo que debes a tu bondad fidelísima, me seas buen intercesor con tu dueño, para que luego favorezca a esta humilísima y desdichadísima condesa.
5 Toda palabra de Dios es limpia; es escudo a los que en él esperan. 6 No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, y seas hallado mentiroso. 7 Dos cosas te he demandado; no me las niegues antes que muera: 8 Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; no me des pobreza ni riquezas; manténme del pan de mi juicio;
No, gracias. ¡Come! ¡no seas maula!... Acuérdate de aquel consejo: «donde vayas a comer, come mucho; si son tus amigos les darás placer; si son tus enemigos, les darás rabia».
Nublose más el semblante de Amparo. No pienso casarme jamás, continué, y quiero que seas mi hija adoptiva. Amparo me miró de una manera penetrante, como si hubiera querido asegurarse de hasta qué punto eran verdad mis palabras y la marcada conmoción con que las había pronunciado.
Palabra del Dia
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