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Actualizado: 23 de mayo de 2025
Oye, Catalina, yo necesito dominar, dominarlo todo, porque desprecio todo lo que me rodea, todo menos á ti, que eres mi mujer como yo tu hombre... ¿entiendes?... hay en mi algo rebelde, algo de Satanás... yo marcho, marcho y sigo marchando sin detenerme, la vista fija en un punto, la cabeza firme en un propósito... ¿por qué te me pones delante de ese propósito? ¿por qué me has obligado á huir, á ofenderte?
¡Por los cuernos de Satanás! el sello de la aduana del Cielo nos cuesta más caro que la de Cádiz exclamó el maldito filósofo. ¡Cállate, miserable! dijo el fraile. Pero, reverendo, ¡dos doblones! Si es regalado, hijo mío. Ya se los cuesta al superior. Y la discusión iba a entablarse, cuando, de lo alto del sendero, acudió corriendo un hombre presa de la mayor agitación; era el pescador Pablo.
Satanás podía resultar victorioso, irguiéndose á su vez con arrogancia sobre el cuerpo caído de Miguel, vencedor en otros tiempos y ahora vencido. Majestad insistió el guerrero , dejemos cuanto antes á estos importunos. El Señor abandonó su sillón.
11 ¿Por qué? ¿Porque no os amo? Dios lo sabe. 13 Porque estos falsos apóstoles, son obreros fraudulentos, transfigurándose en apóstoles de Cristo. 14 Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se transfigura en ángel de luz. 15 Así que, no es mucho si sus ministros se transfiguran como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras.
Horrorizado y confuso, conoce entonces que en su ansia de placeres mundanos sólo le espera al fin la muerte, y declara á Satanás que el trato hecho con él es nulo, no habiendo cumplido lo pactado.
Parece que la moza, que era beata de hábitos, no sólo se contentaba con su pacto diablesco, sino que inducía á las jóvenes á que se entregasen á Satanás, sin duda porque á ella le iba muy bien con aquella compaña.
¿No lo dije yo? -dijo oyendo esto Sancho-. Sí que no estaba yo borracho: ¡mirad si tiene puesto ya en sal mi amo al gigante! ¡Ciertos son los toros: mi condado está de molde! ¿Quién no había de reír con los disparates de los dos, amo y mozo? Todos reían sino el ventero, que se daba a Satanás.
En seguida, levantándose de la silla y fingiendo un enojo implacable, agregó: ¡Vade retro! ¡vade retro! señor hipócrita, señor apestado, señor brujo, leña de Satanás! Sépase el galancete que su alma están en propincuo peligro de perdición, si es que ya no la tiene vendida al infierno, y que a no existir el secreto sacramental sería entregado aquí mismo a los familiares del Santo Oficio.
Para que duela lo digo, Santiago, para que duela..., porque esa clase de heridas no se curan con bálsamos dulces: se curan a fuego, entre martirios como el que estoy padeciendo yo viendo al hijo de mis entrañas, al regalo de mis ojos, entre las uñas de Satanás. ¿Merecía él ese destino? ¿Le hemos criado tú y yo para eso?
Cada uno es dueño de condenarse; ¿pero a qué viene decirme a mí cosas contra la religión? ¡Qué malo! Y tantas fueron sus burlas y sacrilegios que... Dios me lo perdone... me incomodé. Le dije que no me hacía falta su dinero para nada, y que tendría miedo de tomarlo en mis manos, por ser dinero de Satanás. Pero esto es un dicho, ¿sabes? Claro. ¿Y aquí no ha hablado de religión? No; ni jota.
Palabra del Dia
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