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Actualizado: 10 de octubre de 2025


Habíamos llegado casi a la entrada de Belgrano, cuando mi tío dio orden al cochero que se detuviese junto a un pequeño rancho, en que jugueteaban tres o cuatro niños. Al detenernos, los niños se acercaron al carruaje y en la puerta del rancho aparecieron una mujer y un hombre, jóvenes ambos, que saludaron amistosamente a Alejandro que manejaba el coche, como si ya lo conociesen de antemano.

Los demás, que no le habían visto, levantaron la cabeza sorprendidos y saludaron. ¿ por aquí á estas horas, gachó? ¿Qué milagro es éste? dijo Antoñico con intención burlona y malévola que hizo dar un vuelco á la sangre del guapo. ¡Con qué placer le hubiera estampado la botella en la cara!

Una alarma reciente había puesto, sin duda, sobre las armas á todas las tropas que guarnecían la capital. Flimnap consideró una gran suerte su encuentro con varios individuos del gobierno municipal que le habían acompañado el día anterior en la fiesta de los rayos negros. Todos estaban aún bajo la influencia de su triunfo oratorio, y le saludaron con afabilidad.

Todos aquellos hombres que discutían libremente y en voz alta, se callaron en seco al acercarse el inspector general. Apartáronse para dejarle pasar y apenas si le saludaron, contentándose con observarle de reojo. Embarazado con acogida tan llena de desconfianza, Delaberge se dirigió rápidamente hacia la puerta del edificio en el momento preciso en que daba las diez el reloj.

Todos saludaron a nuestro joven, muy circunspectos, sobre todo los toreros, que son los que mejor conservan, en el trato, la gravedad serena y afable peculiar del pueblo español, tan distante del orgullo británico como de la extremada urbanidad de los franceses. El Cigarrero era un hombre ya entrado en días, con el cabello casi blanco, pequeño, fornido, soportando sus años con mucha gallardía.

Y habiendoles perorado uno de los capitanes una breve oracion fúnebre, salieron de la capilla, pero con tan grave rostro y furioso semblante, que no hablaron, ni saludaron á los PP. que estaban presentes: antes bien despidieron prontamente al cura que les hablaba, y diciendo que no tenian cosa alguna que tratar, se fueron á la espalda de una huerta de duraznos, en donde se acamparon, y despues, habiendo entrado en la huerta, se hartaron de frutas, de que estaban cargados los árboles.

El y Fernando se saludaron como si la víspera se hubieran visto. El marino se contentó con decir: Estás viejo, hombre.... Andrés le atravesó con sus ojos bizcos, inexpresivos y torpes, y dijo un poco sarcástico: estás más joven. Se volvieron la espalda. Fernando cantaba una barcarola. Andrés buscaba a su madre para pedirle dinero.

Se saludaron afectuosamente, pero ambos extremadamente embarazados. Clara pensaba en los celos tan infundados, tan pueriles que Tristán sentía de aquel chico. El marquesito no podía menos de recordar la escena del día de la boda, cuando un poco ebrio había soltado algunas palabras inconvenientes delante de un corro de señoras. Sin embargo, no tardaron en recobrar su aplomo.

Los gentileshombres le saludaron con sumo respeto. Pero cuando entró en la cámara real, la encontró desierta. El rey acostumbraba á estar siempre en la cámara cuando llegaba Lerma. Lerma se alarmó al no encontrar al rey en su cámara.

Has sido la grave orquesta De los cánticos triunfales, Y en los tristes funerales, Melancólico pregon; Y colgado de tus cuerdas Un pueblo de audacia lleno, Ha hecho brotar de seno La voz de revolucion. Y tus ecos tempestuosos Por el aire resonaron Cuando en Mayo saludaron El sol de la redencion, Cuyo vivífico rayo Como un martillo de oro Te dió el acento sonoro De la estátua de Memnon.

Palabra del Dia

mármor

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