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Actualizado: 10 de octubre de 2025


Recogió la garrocha, montó, y con suave galope fue hacia la empalizada, prolongando con esta lentitud el ruidoso aplauso de la muchedumbre. Los jinetes que habían recogido a doña Sol saludaron con grandes muestras de entusiasmo al espada. El apoderado le guiñó un ojo, hablando misteriosamente: Gachó, no has estao pesao. Muy bien, ¡pero que muy bien! Ahora te digo que te la llevas.

El exnovicio se pasó el dorso de la mano sobre los labios y mirando á la pared de enfrente entonó la canción pedida con un vozarrón tremendo. Al concluir lo saludaron sus oyentes con una tempestad de aplausos y gritos, y Tristán agarró el vaso de cerveza que halló más cerca y lo vació de un tirón.

Oyes, Tanganada; ya tendrás ganas de comer una cazuela de bacalao, ¿verdad? Alégrate, Tanganada; hay sidra en el lagar de Llandones. ¿Hacía calor en Noruega? ¡Allí te quisiera ver yo, ladrón! gruñó Tanganada, mientras aferraba una vela. Los marineros saludaron la frase con grandes carcajadas. ¡Larga tierra! gritó el práctico desde el puente.

Algunas de ellas ya no estaban allí. Sin embargo, la superiora salió y se presentó a los pocos instantes con cinco o seis hermanas, que saludaron a Gloria con sonrisa muy pronunciada, pero con poca efusión. Todas parecían confusas y avergonzadas. La sonrisa era tan persistente en su rostro, que llegaba a convertirse en mueca.

Para evitar su fascinadora influencia se acercaron a los señores que allí había, los cuales les saludaron con palmaditas en el rostro. Doña Martina, después de dar a Miguel un beso sonoro en la frente, les preguntó que dónde habían estado: contestó Miguel en voz alta, para que lo oyese Eulalia, que se habían pasado la tarde en el cuarto de Enrique y Carlos jugando con el mapa de rompe-cabezas.

Los oficiales alemanes llamaban a cada momento para dar sus órdenes a un empleado de la comisaría, hombre grueso y de bigotes canos que se expresaba en distintos idiomas, pasando de uno a otro con asombrosa facilidad. Maltrana y él se saludaron afectuosamente.

Al entrar, jóvenes y viejos lo saludaron con cariño como un antiguo amigo. El buen viejo, poniéndome el brazo izquierdo sobre la espalda, me condujo al quiosco de cristales donde nos sacamos los paletós y nos consultamos un momento la figura sobre los espejos. En aquel momento la orquesta tocaba la última parte de las cuadrillas de Carmen... Toreador, toreador en garde...

Se saludaron cariñosamente, y durante largo rato hubo entre el joven y la hermosa dama un tiroteo de miradas y sonrisas que llamó extremadamente la atención de Aurelia. ¿Pero, qué es esto? ¿Has vuelto a hablar con esa señora? No. Entonces, ¿qué significa tanta sonrisa? Parecéis amigos íntimos. No replicó el joven algo confuso . Se manifiesta muy afectuosa conmigo.

Ahora pudo ver bien á sus tripulantes: cuatro jóvenes rubias, esbeltas y de aire amuchachado. Gillespie hasta les encontró cierta semejanza con miss Margaret Haynes cuando jugaba al tennis. Estas amazonas del espacio le saludaron con palabras ininteligibles, enviándole besos.

En la calle tranquila, de casas señoriales con panzudas rejas y grandes miradores, donde vivía doña Sol, encontraron a otros garrochistas que esperaban ante la puerta, inmóviles sobre sus caballos y apoyados en las lanzas. Eran señoritos, parientes o amigos de la dama, que saludaron al torero con amable llaneza, satisfechos de que fuese de la partida.

Palabra del Dia

mármor

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